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Trump afirma que los palestinos “no tienen más alternativa” que abandonar Gaza

El presidente de EE UU cree que la Franja permanecerá inhabitable “entre 10 y 15 años”

Donald Trump y Benjamín Netanyahu, este martes en la Casa Blanca.
Donald Trump y Benjamín Netanyahu, este martes en la Casa Blanca.JIM LO SCALZO (EFE)

El presidente estadounidense, Donald Trump, ha insistido este martes en su idea de expulsar a 1,5 millones de palestinos de Gaza y reasentarlos en otros países árabes. Poco antes de su reunión con el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, declaraba desde el Despacho Oval que los palestinos “no tienen opciones”.

“Están ahí [en Gaza] porque no tienen otra alternativa ahora mismo. ¿Qué tienen? Todo es una montaña de escombros. ¿Lo han visto? Es terrible para vivir. ¿Quién puede vivir así? Y muy peligroso. Disparos por todos lados”. Según Trump, los gazatíes solo están en la Franja porque no tienen más lugar, pero se irían si tuvieran otra opción. “En grupos pequeños o uno grande, creo que les encantaría”, opinó.

Previamente, un alto funcionario había tratado de matizar las líneas maestras de un plan que ya ha recibido un tajante rechazo árabe. Según este alto cargo, Trump “ve la Franja y ve una zona de demolición” en la que harán falta “entre 10 y 15 años” para que vuelva a ser habitable, no los cinco que prevé el acuerdo de alto el fuego. No es práctico, por tanto, exigir a nadie que viva en condiciones inhumanas durante tanto tiempo, señaló la fuente, que insistió en que Trump no trata de imponer una solución.

La segunda fase del acuerdo de alto el fuego para Gaza y el programa nuclear de Irán son los asuntos protagonistas de la reunión dividida en dos partes —encuentro y una cena de trabajo— entre Netanyahu y Trump. Una conversación en la que ambos buscan, además, resetear una relación personal más que borrascosa entre ambos, pero que fue de enorme conveniencia política para los dos líderes durante el primer mandato del republicano. Y promete volver a serlo en el segundo. Inmediatamente antes de la reunión, Trump firmaba una orden ejecutiva en la que declaraba la vuelta a la era de “máxima presión” contra Irán: “espero que no tengamos que utilizarla mucho”, ha apuntado en la ceremonia de firma en el Despacho Oval, “es muy dura contra Teherán”.

El estadounidense quiere apuntarse durante su mandato la medalla de haber logrado la paz en Oriente Próximo y la normalización de las relaciones entre Israel y Arabia Saudí. El israelí ve el momento, una vez solventadas las crisis en Líbano y Gaza, de tomar medidas contundentes contra el programa nuclear iraní, para lo que necesitaría el visto bueno de Washington.

El encuentro entre ambos tenía el formato de las grandes ocasiones. Una reunión a solas entre ambos y sus asesores más cercanos, primero. Otra, con sus equipos al completo, inmediatamente después. Y más tarde una cena de trabajo, precedida de una rueda de prensa con todas las alharacas en la Sala Este de la Casa Blanca, la de mayores dimensiones de toda la residencia presidencial.

El momento de sus charlas es clave. En Oriente Próximo debían reanudarse las negociaciones para la segunda fase del acuerdo de alto el fuego en Gaza e intercambio de prisioneros entre Israel y el grupo islamista de Hamás. La tregua se sostiene de manera delicada; en Líbano, el pacto de alto el fuego entre Israel y Hezbolá podría expirar en las próximas semanas; Irán es una incógnita, después de que sus milicias aliadas hayan quedado seriamente castigadas.

La segunda fase del alto el fuego en Gaza, tras la primera de seis semanas que comenzó el 19 de enero, prevé la retirada de las tropas de ocupación de la Franja y la devolución de los rehenes que siguen vivos. Pero las presiones del ala más radical del Gobierno que lidera Netanyahu han desatado los interrogantes sobre lo que pueda ocurrir: exigen al primer ministro que vuelva a poner en marcha la apisonadora de su ejército, una vez superadas las primeras seis semanas.

Recuerdo de la Nakba

En un caldo de cultivo de tal calibre, la propuesta de Trump sobre el desalojo de Gaza ha venido a complicar aún más las cosas. La idea de un desplazamiento forzoso de la población gazatí suena distinto en Washington o en Israel, donde una mayoría lo apoya (según un sondeo difundido este martes) y ha recibido el apoyo de políticos de derecha tanto en el Gobierno como en la oposición. En cambio, ha generado el rechazo frontal de palestinos y de los países árabes. Temen que toda salida acabaría convertida en definitiva, en una limpieza étnica como la Nakba, que se produjo entre 1947 y 1949, cuando cientos de miles de palestinos huyeron o fueron expulsados ante el avance de las milicias sionistas y, tras la creación del Estado de Israel y el inicio de la primera guerra con los vecinos árabes. Tres cuartos de siglo después, los refugiados palestinos son hoy millones, al sumarse sus descendientes (entre ellos la mayoría de los gazatíes) y nunca han podido volver a unos hogares de los que se despidieron creyendo que estarían de regreso en cuestión de semanas.

En declaraciones a la prensa antes del encuentro, el alto funcionario señaló que Trump no ve factible “reconstruir en un plazo de tres a cinco años”. En su lugar, cree que llevará “al menos entre 10 y 15 años” y considera que “es inhumano obligar a la gente a vivir en un trozo de tierra inhabitable entre escombros y bombas sin explotar”.

Trump no intenta, según el alto cargo, imponer una respuesta, Lo que quiere es “buscar soluciones para ayudar al pueblo de Gaza a vivir vidas normales mientras la Franja se reconstruye, y está intentando verlo de manera realista”. Y pretende que los socios árabes e Israel contribuyan a aportar “soluciones creativas” al problema.

En la reunión, el estadounidense y el israelí tratarán de relanzar su relación personal, deteriorada después de que Netanyahu felicitara al demócrata Joe Biden por su victoria en las elecciones de 2020. Durante su primer mandato, Trump había concedido importantes triunfos para Netanyahu, al trasladar la Embajada estadounidense de Tel Aviv a Jerusalén y mediar para la firma de los acuerdos de Abraham que normalizaban las relaciones entre Israel y Emiratos Árabes Unidos y Baréin, en 2020.

Una de las grandes ambiciones de los dos líderes es cerrar la normalización de relaciones entre Israel y Arabia Saudí, el proceso que quedó interrumpido por el estallido de la guerra en Gaza tras los ataques de Hamás del 7 de octubre de 2023. “La expansión de los acuerdos de Abraham”, no solo con Riad, sino con otros países árabes y musulmanes, “continuará y florecerá durante esta Administración”, subrayaba el alto cargo. “Es algo que va a llevar tiempo, pero está en lo más alto de nuestras prioridades”.

Los dos líderes abordaban también el programa nuclear iraní, contra el que un Netanyahu pletórico tras los golpes a Hezbulá en Líbano y Hamás en Gaza se ha mostrado cada vez más dispuesto a ir a por todas. Según el diario Yediot Aharonot, el israelí pretende argumentar que solo yendo a por Irán será posible el efecto dominó de normalización de las relaciones con su país.

Riad es uno de los cinco países que ha firmado una carta a Trump tratando de ofrecer una alternativa del desplazamiento forzoso palestino. Hace meses que insiste en que solo normalizará sus relaciones con Israel cuando se cree una vía política hacia un Estado palestino y con un alto el fuego en Gaza. Ambas exigencias chocan con las demandas de los socios ultras de Netanyahu, que sueñan con recolonizar Gaza. Él también se opone a la creación de un Estado palestino.

Tras acudir a la Casa Blanca, Netanyahu tiene previsto dialogar también por separado el miércoles con el consejero de Seguridad Nacional, Mike Walz, y el secretario de Defensa, Pete Hegseth. El jueves lo dedicará a encuentros en el Capitolio con los líderes del Senado y la Cámara de Representantes y otros legisladores.

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