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MÉXICO

Entrega y hombría de Manuel Caballero

Con su emocionante trasteo a Todo Tuyo, un pavo complicado que al principio no repetía, corrido en quinto lugar, Manuel Caballero dio una lección de entrega y hombría mostrándose ante la afición como un lidiador a carta cabal. Su primer enemigo, un ejemplar que ningún espectador creyó que tenía la edad y el peso anotado en el tablero de toriles -cinco años y 502 kilos-, provocó una protesta general y petición de devolución. Pero el juez de plaza, Heriberto Lanfranchi, no accedió a esta solicitud y fue insultado por parte del público, pero a quien perjudicó fue al diestro de Albacete pues la concurrencia no valoró el esfuerzo de éste que batalló contra una bestia áspera a la que le faltó un puyazo.

Toros de Reyes Huerta (regalo del sobrero), desiguales, pobres de pitones y débiles; 3º protestado por chico, descastados, mansos y violentos; pitados en el arrastre, excepto 1º,4º y 6º

Manolo Mejia: pinchazo y estocada desprendida delantera (ovación y salida al tercio); estocada en las costillas (palmas). Manuel Caballero: pinchazo hondo y descabello (palmas); dos pinchazos hondos -aviso- y descabello (vuelta); estoacad (palmas). Alfredo mGutiérrez: bajonazo trasero (silencio); media estoacada -aviso- y dobla el toro (pitos)Monumental Plaza México, 31 de enero, 13ª corrida de la temporada grande 98-99. Un cuarto de entrada

Pero salió Todo Tuyo, un marrajo que terminó revolviéndose buscando al torero, ante el cual Caballero se jugó la vida. Con un valor sereno, señorío y mucho oficio se plantó frente a la cara del peligroso oponente y, cruzándose, lo enceló y consiguió que acudiera a su muleta. Le sacó series de naturales y redondos que abrochaba con pases de increíble aguante, sobre todo en una dosantina. Expuso mucho, pues los derrotes del morlaco le rozaban constantemente el terno.

Como no quería irse sin un trofeo, regaló el descompasado sobrero, que en vez de embestir pegaba arreones. Decorosamente abrevió su intervención y fue despedido con aplausos.

A Manolo Mejía le correspondieron los dos únicos bureles que colaboraron. Con el que abrió plaza, que tenía claridad en el recorrido, aplaudido en el arrastre, se lució con el percal y los palitroques, pero su labor muleteril la realizó por todo el ruedo. Sólo en dos tandas hubo armonía en su toreo, una por el izquierdo en que corrió la mano acoplado al buen son del adversario, y la otra por el derecho en que hubo cadencia. Al perderle la cara al toro fue zarandeado por éste y sufrió aparatosa voltereta, que le provocó una contusión cervical, esguince cervical y posible fractura en un dedo del pie derecho. Después de inyectarlo salió de la enfermería a continuar su quehacer.

Al noble cuarto, que planeaba en su recorrido y fue también aplaudido en el arrastre, el diestro de Tacuba lo recibió con largas afaroladas para luego en los medios ajustarse por chicuelinas. Con la pañosa no logró estructurar su muleteo. Al terminar el festejo fue trasladado al sanatorio Mocel para observación.

A Alfredo Gutiérrez le faltaron recursos. Al huidizo y distraído tercero, que de salida brincó al callejón, lo banderilleó con habilidad pero después no supo lidiarlo. Con el sexto, que trajo la cabeza alta, zapatilleó con el capote en unas navarras y se eternizó dando trapazos, por lo que el público se aburrió.

Después de aguantar la moruchada que envió Reyes Huerta, la afición salió molesta de un festejo que duró tres horas.

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