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Un estudio demuestra la baja incidencia de infartos en España

La mezcla de factores genéticos y ambientales puede ejercer un efecto protector

El estudio, realizado a lo largo de 20 años sobre 2.500 infartados ingresados en un hospital, demuestra que los españoles poseen la incidencia más baja de infarto en Europa (un 0,2%) a pesar de concentrar los factores de riesgo más altos (tabaco, hipertensión y colesterol). La combinación de factores genéticos y ambientales protege a los españoles, según la hipótesis de los autores. La mortalidad tras un infarto se ha reducido de un 16% a un 8% desde 1978.

"Algo no cuadra, pero las ecuaciones de predicción de infarto manejadas hasta ahora -a mayores factores de riesgo más incidencia- tal vez no se puedan seguir aplicando con el mismo rigor en España", afirmó Rafael Masià, cardiólogo del hospital Universitario Josep Trueta, de Girona, y uno de los autores del estudio Regicor (Registro del Corazón de Girona) que ayer se presentó en Madrid.La incidencia de infarto entre los hombres españoles es la más baja de Europa, con 200 por cada 100.000 habitantes entre la población de 24 a 74 años, frente a la de Francia (220) e Italia (240); la segunda más baja del mundo, tras China (190), y tres veces menor que en EEUU (600). La más alta, 800 por 100.000, la tiene Finlandia. Según la Revista Española de Cardiología, esta incidencia equivale a unos 35.000 españoles infartados al año.

"La hipótesis que manejamos es que hay un montón de genes, aún sin identificar, que sospechamos que nos protegen cuando se asocian a factores ambientales como la dieta o el ejercicio físico. Encontrar esos factores protectores es la nueva línea de investigación sobre la que trabajamos", explicó Jaume Marrugat, otro de los autores del estudio y especialista del Instituto Municipal de Investigación Médica (IMIM), de Barcelona. Los resultados sobre los altos factores de riesgo (que predisponen, pero no causan la enfermedad) y la baja incidencia en España fueron publicados en noviembre en Journal of Epidemiology.

"Datos preocupantes"

En el estudio, el primero de esta magnitud realizado en España y en el que han participado 25 investigadores, analiza desde 1978 a 2.500 pacientes con infarto que llegaban vivos a la Unidad Coronaria del Hospital Universitario Josep Trueta, de Girona; y a partir de 1987, en colaboración con el Instituto Municipal de Investigación Médica de Barcelona, se amplió a la población en general.Algunos de sus datos se publicarán en la revista Circulation en marzo.El estudio arroja una de cal y otra de arena. Los buenos resultados se refieren a que el riesgo de mortalidad tras un infarto se ha reducido a la mitad desde 1978. La aspirina y los fármacos trombolíticos se han mostrado muy eficaces para atacar los coágulos que colapsan el corazón. "Pero hay datos muy preocupantes, y uno de ellos es que la tasa de los infartados que mueren antes de llegar a un hospital es muy alta, más de dos tercios de los pacientes", manifestó Marrugat. Este porcentaje supondría unos 15.000 pacientes fallecidos al año, según datos del Insalud. Los autores del estudio advierten de la necesidad de que los pacientes estén informados. Y recuerdan como síntomas claros de infarto un dolor en el pecho, que se puede extender por los brazos, sudor y ahogo. Pero hay que desconfiar también de otros dolores difusos, malestar o pérdida de conocimiento.

"La enfermedad coronaria es la primera causa de muerte en España, donde tenemos menos recursos asistenciales que en los países anglosajones", observó Juan Sala, especialista de la unidad coronaria del Hospital Universitario, de Girona. Hay enfermos coronarios que salen peor parados y que forman parte de lo que los especialistas denominan "bolsas desatendidas" de pacientes, explicó Joan Sala: mayores de 74 años, cuya mortalidad es de cinco a diez veces superior a la de los jóvenes, y las mujeres, cuya tasa duplica a la de los hombres tras un infarto. Las conclusiones del estudio Regicor han abierto las puertas de otro informe, llamado Iberia, iniciado hace dos años y que analiza datos comparativos entre comunidades autónomas. Y una de las primeras conclusiones, según anunció Sala, es que Castilla-La Mancha y Castilla y León presentan la mortalidad más baja de las analizadas (alrededor de 70 por cada 100.000 habitantes) y Canarias y Baleares la mayor, 120. Sus conclusiones estarán listas en el año 2000.

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