La OTAN muestra divisiones ante un posible recurso a la fuerza en la crisis de Kosovo
La OTAN dudaba ayer entre la posibilidad de facilitar una solución política a la crisis de Kosovo y la de recurrir a la fuerza para hacer cesar las hostilidades que se han redoblado durante los últimos días. En la sede de la Alianza en Bruselas, se aseguraba ayer noche que se tomaría una decisión rápidamente pero que de momento la balanza no se inclinaba hacia ninguna decisión. En medio de tantas dudas políticas, el comandante en jefe de las fuerzas aliadas, el general estadounidense Wesley Clark, viajó ayer a Belgrado con un mensaje "claro y enérgico" para Milosevic: la OTAN está preparada para un ataque inminente.
Wesley Clark, junto con el presidente del Comité Militar de la Alianza Atlántica, el general alemán Klaus Naumann, continuaba a última hora de ayer en Belgrado para advertir al presidente serbio, Slobodan Milosevic, del recurso a la fuerza si continúa la escalada de violencia en Kosovo. Clark había adelantado antes de partir hacia Belgrado que sus fuerzas estaban preparadas "para atacar hoy mismo si fuera necesario". "Créanme, este va a ser un mensaje muy claro". A su vez, el enviado especial de EEUU para la región, Richard Holbrooke, manifestó tajante: "Si el líder serbio piensa que esto es un farol, lo único que tiene que hacer es ponernos a prueba".El embajador de Estados Unidos en la OTAN, Alexander Vershbow, inclinaba la balanza del lado de Clark al manifestar pocas horas antes del viaje de éste que "la situación es crítica y no creo que nuestra paciencia dure mucho", hasta el punto de no descartar un ataque "en unos pocos días".
La crisis en esa región de los Balcanes se hizo más profunda el lunes cuando el Gobierno de Belgrado conminó al jefe de la misión de verificadores de la OSCE (Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa), el estadounidense William Walker, a que abandonara el país en 48 horas. Walker había culpado a las fuerzas de seguridad serbias de la matanza de 45 civiles albanokosovares descubierta el pasado sábado en Racak, una aldea al sur de Kosovo.
"Todas las opciones son consideradas, ninguna tiene preferencia y ninguna será excluida", aseguró una fuente que resumía así el sentimiento que se vivía a última hora de ayer en el seno de la organización militar. De hecho, ninguna solución era del todo satisfactoria. "El consenso en favor de una intervención es más difícil hoy que en octubre pasado", reflexionaban ayer fuentes atlánticas. "Los desplantes de Milosevic y las posiciones radicales de algunos grupos albaneses que siguen defendiendo la independencia hacen muy difícil que haya una salida política. Y si no hay una solución política, la opción de los ataques aéreos nos puede llevar a un callejón sin salida", añadieron. "Tenemos que pensar en el hoy, pero también en el mañana. No nos puede pasar lo que le ocurrió a Bill Clinton, que tras bombardear Irak se encontró con que no había previsto qué hacer después de los ataques", concluyeron estas fuentes.
Mientras tanto, los 16 embajadores ante la OTAN se encontraban a última hora de ayer alerta y dispuestos a reunirse de forma urgente al regreso de los dos militares, aunque si éstos finalmente no abandonaban anoche Belgrado, el Consejo Atlántico quedaría aplazado hasta hoy.
Pero las amenazas de intervención no son compartidas por todos los socios. Alemania se mostró ayer particularmente cauta. Su ministro de Exteriores, Joschka Fischer, alertó contra "la tentación de apostar por la fuerza". "Me sorprende la rapidez con la que algunos piensan en el recurso a lo militar", declaró el ministro de Defensa, Rudolf Scharping.
Francia defendió también la negociación política, aunque sin descartar el uso de la fuerza. "Francia hará todo lo posible para que las presiones tengan éxito. En caso contrario, habría que reconsiderar el conjunto de la situación", afirmó el ministro de Exteriores, Hubert Védrine.
El llamado grupo de contacto se reunirá hoy en Bruselas. Altos funcionarios de Estados Unidos, Rusia, Reino Unido, Alemania, Italia y Francia intentarán alcanzar una posición política común para forzar un alto el fuego en la zona.
Slobodan Milosevic reanudó ayer su tradicional política de aparentes concesiones. Tras decretar la expulsión del jefe de la misión de control de la OSCE, William Walker, ayer le concedió permiso para permanecer otras 24 horas en la región de Kosovo. Pero sigue sin permitir la entrada de la fiscal jefe del Tribunal Penal Internacional de La Haya, Louise Arbour, que se ha desplazado allí para investigar las matanzas del pasado viernes, pero se encuentra en la vecina Macedonia a la espera de que las autoridades yugoslavas le concedan un visado especial que le permita acceder a Kosovo.
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