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Dejados de la mano del CSIC

Departamentos universitarios punteros en investigación piden la implicación del consejo

Javier Sampedro

La investigación biológica de calidad no es una potestad exclusiva de los grandes centros del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). La creatividad es correosa y acaba aflorando también en terrenos menos abonados por los grandes presupuestos: en los departamentos de ciertas facultades de Biología o Medicina fundamentalmente.Pero varios profesores que han conseguido en el último año realizar en sus departamentos proyectos de primera línea internacional han coincidido en señalar a este diario la que, según ellos, constituye la mayor asignatura pendiente de la investigación universitaria en España: la escasez de institutos conjuntos entre los departamentos y el CSIC.

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Todas las fuentes citan el mismo modelo: el Centro de Biología Molecular (CBM), un instituto mixto del CSIC y la Universidad Autónoma de Madrid. La colaboración entre estas instituciones se percibe como beneficiosa en ambas direcciones. Por un lado, la especialidad de biología molecular de la facultad capta para la actividad docente a científicos en activo de primera línea. Por otro, los laboratorios se nutren de los mejores estudiantes y licenciados para que aporten su actividad investigadora mientras hacen su tesis doctoral.

Fuerza estudiantil

"Los alumnos son la fuerza más importante en nuestro laboratorio", afirma Carlos López-Otín, profesor del Departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Oviedo, cuyo equipo ha logrado importantes descubrimientos sobre un grupo de proteasas (proteínas que rompen a otras proteínas) implicadas en la progresión del cáncer y las metástasis.López-Otín destaca un problema (entre una larga lista) de la actividad científica universitaria: en los concursos a todo tipo de plazas, la experiencia docente pesa mucho más que la investigadora, lo que va en detrimento de los jóvenes más brillantes en el laboratorio. Este problema se vería aminorado en institutos mixtos con el CSIC, ya que los puestos de investigador en este organismo tienen poco en cuenta el currículo docente. Las universidades no suelen disponer de dinero para financiar los proyectos de investigación de sus laboratorios, pero los grupos con calidad internacional superan ese problema gracias a la financiación directa por parte de los ministerios de Educación y Sanidad, los fondos de las instituciones europeas y los acuerdos con la industria química y farmacéutica. En cualquier caso, esta situación también mejoraría si el CSIC se implicara más en institutos conjuntos.

José López-Barneo, investigador del Departamento de Fisiología Médica y Biofísica de la Universidad de Sevilla, insiste en la misma idea: "Es crucial crear muchos más centros mixtos del CSIC y los departamentos, ubicados dentro de las universidades, para unificar la actividad científica con la docente".

López-Barneo, cuyo equipo ha ideado una eficaz terapia contra el Parkinson, admite que varios grupos universitarios españoles están haciendo una gran labor, pero señala que ya es hora de que esas actitudes "heroicas" se normalicen mediante la creación de centros mixtos.

Francisco Javier Avilés, catedrático del Departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad Autónoma de Barcelona, conoce, tal vez mejor que nadie, las ventajas de los centros mixtos. Avilés, otro investigador de calidad internacional en ingeniería de proteínas y biocomputación, dirige el Instituto de Biología Fundamental, originalmente mixto, pero del que el CSIC se retiró en los años ochenta, y está peleando duramente para que ese organismo vuelva a implicarse. La receta se repite otra vez: el CSIC debería crecer mucho para equipararse a sus homólogos europeos, y colaborar estrechamente con los departamentos.

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