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45 civiles ejecutados en Kosovo en la peor matanza de la tregua

La OSCE acusa a los serbios de "crimen contra la humanidad"

Los observadores internacionales pudieron comprobar ayer, en toda su crudeza, una matanza colectiva perpetrada por las tropas serbias. Los cadáveres de al menos 45 kosovares de etnia albanesa, la mayoría de ellos con un tiro en la cabeza, fueron encontrados en distintos lugares del sur de Kosovo, la provincia de mayoría albanesa que quiere separarse de Yugoslavia. En uno de los macabros hallazgos, que se fueron produciendo de forma constante durante toda la mañana de ayer, 23 cuerpos se agolpaban en una zanja.

Entre los muertos había un niño, tres mujeres y 41 hombres, muchos de ellos ancianos, según confirmó sobre el terreno la misión de verificación internacional de la Organización de Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE). El jefe de la misión, William Walker, no dudó en responsabilizar el sábado por la noche a las fuerzas de seguridad serbias de lo que calificó de "matanza" y "crimen contra la humanidad" perpetrado en Racak, en el sur de Kosovo.Walker pidió al tribunal penal internacional, que juzga los crímen en la antigua Yugoslavia, que inicie cuanto antes una investigación. La fiscal del tribunal, Louise Arbour, anunció en La Haya que se preparaba para viajar a Kosovo.

El relato de la tragedia era espeluznante. Desde los familiares de las víctimas, que fueron sacadas de sus casas entre el jueves y el viernes por las fuerzas serbias, hasta los observadores de la OSCE, encargados de el machacado alto el fuego en la región, todos se mostraron despavoridos.

"Es el suceso más horrible que he visto jamás, y he estado en algunas situaciones horrendas", dijo William Walker, jefe de la Misión Internacional de Verificación. "Ver cuerpos como éstos, con sus caras voladas por lo que obviamente son armas muy pegadas a sus cabezas... Parece una ejecución. Gente con ningún aprecio por la vida humana asesinando a estos hombres que parecen granjeros, trabajadores, campesinos. Ellos no merecían morir en unas circunstancias como éstas", dijo Walker, verdaderamente conmovido. Horas más tarde, él mismo hablaba de "crímenes contra la humanidad", y acusaba abiertamente a las fuerzas de seguridad del Gobierno de ser responsables de ellos. Una mujer de 41 años, Sami Syla, encontró los cadáveres de su padre, de 65 años, y de sus hermanos, de 30 y 36, entre los 23 cuerpos hacinados en una cuneta de Racak. "Les sacaron de sus casas, les arrestaron y les dijeron que se los llevaban a Urosevac (un pueblo cercano)", relató. Su padre y sus hermanos habían sido detenidos el pasado jueves por la noche, junto a otros vecinos, en el pueblo de Racak, a unos 25 kilómetros al sur de la capital kosovar, Pristina.

Otras dos mujeres y un joven que encontraron a tres hermanos entre los cuerpos lloraban sobre los restos. Al lado estaban, en pie, guerrilleros del Ejército de Liberación de Kosovo (ELK), que sin embargo sólo dio cuenta de una baja entre sus filas. Los policías y unidades del Ejército desplegadas el viernes en esta zona, involucradas en duros combates con los guerrilleros, habían desaparecido. Los monitores internacionales enviados por la OSCE transmitieron por radio lo que vieron. "Parece como si les hubieran disparado mientras intentaban huir", decía uno de ellos. Después se marcharon para comprobar otros hallazgos de cadáveres denunciados también ayer.

Otros seis cuerpos yacían en Racak, y otro más en una pequeña carretera cercana. Los demás se encontraban en el interior de sus casas. "Casi todos tienen un tiro en la cabeza", confirmó John Fantini, jefe del Centro de coordinación de la Misión de Verificación de la OSCE en Urosevac.

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Las fuerzas de seguridad serbian lanzaron el viernes una gran ofensiva en esta zona. Un responsable de la OSCE que no quiso identificarse declaró que, mientras la misión llegaba a Racak, vio retirarse a la policía serbia y regresar a los vecinos de la población, que se habían refugiado en las colinas.

En una de las casas se encontraba el cadáver de un hombre decapitado. La cabeza, completamente desollada, tenía los ojos arrancados y presentaba grandes agujeros en el cráneo, visiblemente por el impacto de las balas. Un hombre que se presentó como hermano de la víctima declaró que se trataba de Ajet Brahimi, de 40 años. Había encontrado su cadáver en un camino, con la cabeza un poco más lejos, y lo había llevado hasta la casa.

Las fuerzas de seguridad serbias habían anunciado el viernes una operación contra los combatientes del ELK. Según un portavoz de esta guerrilla, la policía entró en el pueblo y encerró a las mujeres y los niños en las casas. "Cogieron a los hombres y les llevaron a las colinas. Algunos han sido abatidos en el camino, y los otros en las colinas que dominan Racak", afirmó.

La OSCE, llegada a la provincia serbia para verificar el alto el fuego en vigor desde octubre, se ha convertido en una misión apagafuegos que acude a cada nuevo foco de combate para intentar detenerlo. Una fuerza de 1.500 hombres de la OTAN está desplegada en la vecina Macedonia eslava para evacuar en caso de peligro a los observadores de la OSCE, que van desarmados. El presidente de Yugoslavia, Slobodan Milosevic, ya alertó de que la entrada de los observadores en Kosovo sería interpretada como una "agresión", y como tal sería respondida por el Ejército yugoslavo. La misión de la OSCE está sometida a permanentes acusaciones, tanto de las autoridades serbias como de la guerrilla, por su supuesta "parcialidad", lo que no contribuye precisamente a su aceptación por parte de los dos pueblos enfrentados.

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