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Tratando con lo inevitable

La especulación sobre Brasil ha fracasado. (...) El Gobierno de Brasil se ha visto forzado a una devaluación, lo que daña gravemente su credibilidad. Pero también es terrible para la reputación del Fondo Monetario Internacional y del Departamento del Tesoro de Estados Unidos. Fueron ellos los que organizaron la ayuda financiera internacional de 41.500 millones de dólares, apostando en lo que muchos consideraban una moneda sobrevalorada. (...) El programa del FMI se centró en el ajuste fiscal. La esperanza radicaba en que el éxito del frente fiscal permitiese a los tipos de interés bajar de los insostenibles altos niveles que estaban contribuyendo al déficit fiscal. (...) Si la política interior y la insuficiencia del programa fiscal han impedido la recuperación de la confianza, la devaluación de aproximadamente el 9% no ayudará a la resolución del problema. Esta depreciación está aboca da a debilitar la confianza. No permitirá tipos de interés más bajos. No mejorará la posición fiscal y no aportará prácticamente nada al crecimiento. (...) Brasil debería ser capaz de sobrevivir aun con una fuerte devaluación. No tiene los altos niveles de deuda exterior a corto plazo que hacen tan destructivas las devaluaciones en Asia. Pero gran parte de la deuda nacional del Gobierno brasileño es a corto plazo. El Gobierno debe asegurar, por tanto, que el programa fiscal se mantenga intacto. (...) La devaluación brasileña es un perjuicio inevitable, y no sólo para Brasil. El reto es minimizar esos costes. (...)

14 de enero.

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