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Patrice Leconte considera un gran privilegio ser cineasta en Francia

Un ciclo repasa la obra del director de "El marido de la peluquera"

Elsa Fernández-Santos

Cuando a Patrice Leconte (Tours, 1947) se le pregunta por sus clásicos cita a Renoir, Gremillon o Duvivier, tres padres del cine francés. Para Leconte, el cine es, por encima de todo, la identidad de una cultura y por eso se considera un privilegiado. "Es una gran suerte ser cineasta francés", afirma el director, que ahora recibe en Madrid un homenaje. "Soy un privilegiado, estoy dentro de un sistema en el que se trabaja y en libertad. Francia ha sabido cuidar como ningún otro país europeo su tradición cinematográfica".

El último filme de Patrice Leconte, Uno de dos, se estrenará a mediados de febrero en España. En él, dos veteranos de la Costa Azul francesa, Alain Delon y Jean- Paul Belmondo, interpretan a dos hombres de acción retirados que se encuentran cuando una joven (interpretada por Vanessa Paradis) les une para averiguar cuál de ellos (ambos eran amantes de su madre) es su verdadero padre.Uno de dos es un filme de acción que se aleja de la ya larga trayectoria de Leconte. "A un director, como a un espectador, le gusta todo tipo de cine", dice. "Si un espectador viera El marido de la peluquera y luego este filme pensaría que me ocurre algo raro, pero no es así. Amo el cine y el cine es muchas cosas". La gran mayoría de las películas de este cineasta, que fue dibujante antes que realizador, se proyectan ahora en el ciclo que le dedica el Instituto Francés de Madrid (calle del Marqués de la Ensenada, 12) y que se prolongará hasta el próximo 1 de febrero. Entre ellas, Monsieur Hire (1989), La maté porque era mía (1992), El perfume de Ivonne (1993) o Ridicule (1996).

Patrice Leconte asegura que le han ofrecido varias veces trabajar en EE UU, pero que siempre lo ha rechazado. "Allí nunca tendría la libertad que tengo en Francia". Pero Leconte también rechaza el intento de convertir Europa en algo más que una comunidad económica. "Se debe construir una Europa comercial, pero jamás artística. La idea de un cine europeo en sí mismo, eso que se llama europudding, me parece simplemente absurda. Las raíces culturales se expresan en el cine, y por eso sería un fracaso crear una identidad artificial, sólo se producirían filmes sin identidad. Y una película es siempre la expresión artística de una identidad cultural".

Para Leconte, lo que necesita el cine europeo es la libre circulación de su cine. "En Francia sólo se estrenan en condiciones las películas de Almodóvar, Trueba o Bigas Luna, cuando lo lógico es que pudiera acceder al resto del cine español que se hace".

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Sobre la firma

Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’

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