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La oposición pide respuestas al Gobierno ante la elevada criminalidad que vive Italia

La detención de 17 presuntos mafiosos, entre ellos los cerebros y uno de los ejecutores de la matanza de enero en Sicilia, donde fueron asesinados cinco jóvenes, dio ayer un poco de oxígeno al Gobierno italiano, asfixiado por las críticas de la oposición a raíz de la última oleada de delitos que se ha saldado, sólo en Milán, con nueve muertos. El peso específico del norte se ha hecho valer una vez más y D"Alema presidirá hoy una reunión de jefes de seguridad en la capital lombarda.

El jefe del Ejecutivo italiano, Massimo D"Alema, hizo frente ayer a las críticas asegurando que el Estado no ha perdido el rumbo y está en situación "de dar una respuesta eficaz al problema de la delincuencia". En la localidad de Vittoria (Sicilia), carabineros y policías detuvieron en la madrugada de ayer a 17 presuntos mafiosos implicados en la matanza del 2 de enero. Entre los detenidos figuran los cuñados Piscopo, supuestos cerebros de la operación, y un joven de 25 años que, según la policía, fue uno de los dos sicarios que dispararon a cara descubierta contra los cinco hombres en un bar.El suceso conmocionó a los italianos ya que se trata de la mayor matanza mafiosa registrada en la isla en los últimos ocho años. Pero ese éxito policial no ha bastado para frenar la polémica generada sobre la inseguridad ciudadana, desatada tras la sucesión de asesinatos registrada desde que comenzó el año. Sólo en Milán han sido asesinadas nueve personas, la mayoría en ajustes de cuentas entre delincuentes de diversas nacionalidades, chinos, uruguayos y, sobre todo, albaneses.

Pero la gota que ha colmado el vaso de la paciencia ciudadana ha sido el asesinato el pasado sábado del dueño de un estanco de las afueras de Milán, alcanzado por varios disparos cuando hacía frente a dos delincuentes armados. Aunque todos los indicios apuntan a que se trataba de dos ciudadanos italianos, las fuerzas vivas de Milán, la capital con mayor porcentaje de inmigrantes de toda Italia -según el arzobispado, cada día llegan a la ciudad 400 nuevos extranjeros en busca de un trabajo-, han apuntado el dedo acusador contra los "extracomunitarios" clandestinos, algunos de los cuales han conseguido organizarse en fuertes clanes mafiosos de enorme virulencia.

Italia acoge a menos de un millón de inmigrantes legales, pero la cifra de ilegales, que se sitúa oficiosamente en torno a las 200.000 personas, es incalculable. La última moratoria ofrecida por el Gobierno a los clandestinos para regularizar su situación se tradujo en cerca de 400.000 solicitudes a mediados de diciembre, pese a que el cupo era de 38.000.

La reacción de la coalición de oposición, el Polo de las Libertades, fuertemente arraigada en el norte, ha sido inmediata. Su líder, el empresario televisivo Silvio Berlusconi, anunció para el sábado una manifestación en protesta por la inseguridad de Milán. La oposición considera insuficientes las medidas adoptadas por el Ministerio de Interior, que ha decidido enviar 600 policías más a la capital lombarda.

Los líderes del Polo (que incluye a los centristas Forza Italia y el Centro Cristiano-Demócrata y al partido derechista Alianza Nacional) han criticado en múltiples ocasiones la política de inmigración del Gobierno de centro-izquierda, que tildan de muy tolerante.

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