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La descongestión del área metropolitana hace aumentar en 35.000 habitantes el Garraf La población de esa comarca ha pasado de 63.000 personas, en 1975, a casi 100.000

La descongestión del área metropolitana de Barcelona -una previsión lanzada en los años ochenta por los expertos en demografía- se ha convertido ya en una realidad perfectamente palpable en la comarca del Garraf, donde el aumento de la población está superando todas las expectativas. Algunos de sus municipios, como Sant Pere de Ribes y Olivella, tienen en estos momentos las tasas de crecimiento más espectaculares de toda Cataluña. Y es que desde el año 1986 la comarca del Garraf ha pasado de 71.816 habitantes -62.904, en 1975- a 97.200.

Se calcula que en el año 2010 la población del Garraf ya rondará los 150.000 habitantes. Se trata de un crecimiento tan arrollador que incluso da miedo a los políticos locales, que quieren ponerle un límite. Frente a las cautelas, el sector de la construcción está viviendo una de sus mejoras épocas. El aumento demográfico en la comarca del Garraf se ha disparado durante la última década gracias a la mejora de las comunicaciones. A principios de los noventa, Renfe modernizó su red de trenes de cercanías -con frecuencias de paso de 15 minutos- y en 1992 se abrieron los túneles del Garraf. De esta manera, los 45 kilómetros que separan Sitges de la plaza de Espanya de Barcelona se pueden recorrer en apenas media hora si se pagan las 620 pesetas de peaje. Desde entonces, la comarca del Garraf -con playas kilométricas y unos 300 días de sol al año- se ha convertido en un polo de atracción para miles de barceloneses deseosos de mejorar su calidad de vida. Además los precios de la vivienda eran y siguen siendo más baratos que en el área metropolitana. Un piso nuevo de cuatro habitaciones que en Barcelona costaría 25 millones de pesetas se puede adquirir por 16 millones en Vilanova i la Geltrú. Sin embargo, el precio del metro cuadrado construido en la selecta Sitges se ha convertido en uno de los más caros de Cataluña, precisamente por el aumento de la demanda y la escasez del suelo. El Ayuntamiento de esta localidad pretende ahora lanzar nuevos polígonos residenciales para frenar el éxodo de muchos jóvenes que deciden instalarse en el municipio vecino de Sant Pere de Ribes porque allí la vivienda es más asequible. Y entre los recién llegados que se han instalado en la comarca del Garraf hay desde familias enteras a parejas jóvenes. Y también muchos jubilados, que han visto en el Garraf su retiro dorado. Algo así como la California de Cataluña. De manera que han transformado su antigua segunda residencia -normalmente un chalet o una torre en alguna urbanización donde pasaban los fines de semana- en su lugar fijo de residencia, y el piso que ocupaban en Barcelona lo han cedido a sus hijos. Un ejemplo de este fenómeno es el que ha ocurrido en el pueblo de Olivella, que en 1975 tenía 75 habitantes y el año pasado tenía un millar de residentes en diversas urbanizaciones. Campos y barrios Los planes urbanísticos de cada municipio se han tenido que revisar al alza y ha sido necesario planificar nuevas áreas de expansión: en zonas donde hoy existen campos de cultivo se prevé que en el futuro habrá nuevos barrios. Sin embargo, los grupos ecologistas locales están en contra de estos planes urbanísticos y denuncian que la comarca puede acabar convirtiéndose en un continuo urbano, sin apenas espacios naturales. Incluso el sindicato Unió de Pagesos advierte que la agricultura desaparecerá en 20 años en la comarca del Garraf debido a la enorme presión urbanística. Un dato: en 1994 se construyeron 1.077 nuevas viviendas y en 1996 se acabaron 1.489 casas más, según cifras del Colegio de Aparejadores. Por casi todas partes aparecen grúas de la construcción como setas. De hecho, el sector de la construcción se ha convertido en la auténtica locomotora económica del Garraf, comarca que tradicionalmente basaba su riqueza en la actividad industrial de Vilanova y en el turismo de Sitges. Pero los ayuntamientos de Vilanova, de Sitges y de Sant Pere de Ribes pretenden poner límites a este crecimiento demográfico tan espectacular. En Vilanova no quieren tener más de 65.000 habitantes -ahora hay 50.100-, en Sitges desean como máximo 30.000 habitantes -ahora ya son 18.200- y en Sant Pere de Ribes se ha fijado un tope de 38.000 habitantes -ahora hay 21.000-, según consta en los planes generales urbanísticos de estas localidades. Se prevé que la comarca ganará unos 40.000 habitantes más de aquí al año 2006. Los alcaldes arguyen que crecimientos por encima de los límites marcados masificarían el territorio -la comarca del Garraf no es mucho más grande que el Barcelonès- y por lo tanto se empobrecería la calidad de vida que hoy aún se disfruta. En el fondo, todos temen que el Garraf acabe transformándose en una comarca dormitorio.

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