Muere el creador de "Barbarella"
Jean-Claude Forest inició la corriente del cómic para adultos
En 1962, la revista V-Magazine publicaba unas historietas protagonizadas por Barbarella Gorgora de Vampira, última descendiente de una familia balcánica que cruza las galaxias envuelta en unos escasos harapos. El editor Eric Losfeld, especialista, entre otras cosas, en literatura erótica, le propone a Jean-Claude Forest, el dibujante creador del personaje y sus aventuras, que las mejore un poco y les dé mayor entidad para poder convertirlas en libro. Es ahí cuando nace, según Luis Gasca, el cómic concebido exclusivamente para un público adulto.Durante años, Forest seguirá inventando nuevas andanzas de Barbarella, la última de ellas publicada en 1995, es decir, tres años antes de la muerte su creador, acontecida el pasado martes en París. Forest tenía 68 años. Había nacido en 1930, en Perreux, y trabajaba profesionalmente como dibujante desde 1950 como ilustrador de revistas de prestigio o realizando cubiertas para libros de bolsillo. El éxito de Barbarella, una heroína del agrado de Umberto Eco, pero que tuvo la desgracia de llegar a la pantalla de la mano de Roger Vadim, en 1968, y a través de un filme que es un monumento voluntario pero sin humor al kitsch. Jane Fonda le prestó sus por entonces muy robustas formas -el aeróbic y el adelgazamiento musculado llegaron años después- junto a un despistado John Philip Law convertido en un Ícaro patético.
Forest se ganó un público y un nombre, sus planchas se cotizaban bien y pudo seguir publicando en revistas de lujo, bajo formato libro para adultos, o asomándose a menudo a la prensa popular, como fue el caso de su creación de Thaddea para el diario France-Soir. El éxito masivo no volvió a citarse nunca con él. En su momento, como en tantas otras veces, se había tratado de un equívoco. Los dibujos de Forest no eran ni sencillos ni groseros ni tampoco realmente buenos. En su especialidad de erotismo espacial otros irán mucho más lejos en la vía que él había abierto. Sus relatos y, sobre todo sus diálogos, sí tenían una calidad y ambición insólitas en el mundo del cómic.
Babelia
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