Hongos en el hospital

LA MUERTE de tres pacientes en el hospital vigués de Meixoeiro, perteneciente al Servicio Gallego de Salud, vuelve a poner en primer plano el debate sobre la seguridad en los hospitales y el debido respeto por la integridad de los enfermos. Los hechos de este desgraciado asunto, que hoy intentarán aclarar públicamente las autoridades del hospital, son que tres personas sometidas a cirugía cardiaca, una de las más delicadas que se practican, han fallecido recientemente; que las tres estaban infectadas por hongos Aspergillus, que aparecen en las atmósferas donde se ha removido tierra, y que cerca del quirófano donde se practicaron las operaciones había una obra en construcción, cuya puerta permanecía cerrada con una lona, que, para colmo, estaba rasgada, y que la sala quirúrgica fatal ha sido cerrada para ser sometida a examen bacteriológico y radiológico.Por supuesto, hay que exigir una investigación neutral a fondo para determinar las causas de las tres muertes, su relación con el hongo y su hipotética conexión con supuestas negligencias en el cuidado de la higiene total y absoluta en el quirófano de un hospital, sea por la proximidad de las obras o por cualquier otra causa. Pero las investigaciones, útiles para conocer las causas y pedir responsabilidades, si las hubiere, no devolverán, desgraciadamente, la vida a los fallecidos. En este caso, si finalmente se confirmara la relación del hongo con los fallecimientos, sólo la prevención y el cumplimiento riguroso de las normas de cuidado sanitario y asepsia pudieron haber evitado la tragedia. La aparición de este tipo de contagios en los hospitales españoles, de los que ya existen ejemplos dramáticos este mismo año, debería incitar a los responsables de la salud pública a preguntarse si realmente se está exigiendo el cumplimiento estricto de las normas de seguridad sanitaria en todos los centros hospitalarios. Las explicaciones oficiales que recurren a la tesis del accidente y eluden la determinación de responsabilidades no solamente son cada vez menos creíbles, sino que su efecto inmediato es aumentar la desconfianza de los ciudadanos en la eficacia de la sanidad pública.