Cuba celebra la fiesta de Navidad con escaso interés y menos consumo

Los cubanos celebran la Navidad sin la obligación de tener que ir a trabajar. Es la segunda vez desde 1969 que el 25 de diciembre es considerado día no laborable. El año pasado Fidel Castro ya decretó festivo el día de Navidad, pero la medida tenía "carácter excepcional" y se trataba de un gesto hacia el Papa antes de su visita a la isla. Este año, el mandatario cubano fue más lejos y rehabilitó de forma definitiva el 25 de diciembre. La decisión fue recibida con satisfacción por la jerarquía católica.

En la calle, sin embargo, para muchos cubanos la medida gubernamental no cambia nada sustancial, excepto el puente de fin de semana. Unos, los más jóvenes, porque nunca conocieron la Nochebuena ni están acostumbrados a celebrarla. Los mayores de 40 años porque después de tres décadas sin navidades ya casi ni recuerdan cómo eran aquellas fiestas o no tienen recursos suficientes para preparar siquiera una buena cena esta noche de Navidad.Con el kilo de cerdo a más de 40 pesos, el de arroz a 10 y el de frijoles a 30, y siendo el salario de un obrero de 200 pesos al mes, se comprende que el plato típico de cualquier fiesta cubana que se precie -puerco asado, arroz con frijoles y yuca- es incosteable para una familia cubana normal.

No deja de ser cierto que muchas familias han superado traumas ideológicos, y cada vez es más frecuente encontrar arbolitos y adornos navideños en los hogares. Tampoco es extraño que, desde noviembre, en las tiendas de dólares la venta de artículos navideños compita con la de productos de primera necesidad, y muchos de los que compran son gente humilde. Sin embargo, pese a estas realidades, la verdad es que este 25 de diciembre tiene un carácter mucho más simbólico para la Iglesia que tangible para la vida de los cubanos. El propio arzobispo de La Habana, cardenal Jaime Ortega, calificó el martes la medida del Gobierno cubano de rehabilitar el 25 de diciembre del "último signo positivo", en un año que indiscutiblemente ha sido bueno para la Iglesia. Un ejemplo: el arzobispo de La Habana, cardenal Jaime Ortega Alamino, dirigió el jueves un mensaje al pueblo cubano que fue retransmitido por la radio oficial.