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Limpieza de cara pétrea

Ferran Bono

La puerta de los hierros, como populamente se le denomina, de la catedral de Valencia ya no tiene hierros. Se han desmontado estos elementos ornamentales que apuntan hacia los cielos para su restauración dentro del costoso y delicado proceso de rehabilitación de la fachada barroca que da continuidad a la torre del Micalet con el resto del templo cuya primera piedra se instaló en 1262 sobre lo que fue una antigua mezquita. Tras muchos meses oculta por la estructura metálica de modernos andamios, la fachada recayente a la plaza de la Reina ha enseñado su cara más limpia. Será por poco tiempo. El lunes se empezarán a montar otra vez los andamios para concluir definitivamente la intervención. Durante este intervalo de tiempo, de apenas unos días, los arquitectos de la Consejería de Cultura Julián Esteban y José Ignacio Casar efectuarán las oportunas comprobaciones de color en relación a la diferente luz del día y de los acabados de la obra ya realizada para emprender las correcciones necesarias. Han detectado, por ejemplo, que las juntas entre las piedras se ven demasiado, están demasiado marcadas en algunas zonas, además de otros detalles que han salido ahora a la luz y que habrá que solucionar. No parece que Casar y Esteban corran el riesgo de tener que huir de Valencia, como le sucedió al arquitecto alemán Conrado Rodolfo, discípulo de Bernini, que tras la batalla de Almansa (1707) tuvo que abandonar las obras que él mismo había diseñado de la fachada principal de la catedral debido al triunfo borbónico y a su condición de escultor de cámara del archiduque Carlos. Los arquitectos de la consejería han contado también para la restauración con un estudio realizado por el Instituto de Patrimonio Español del Ministerio de Cultura. Casar y Esteban han optado por mantener y restaurar las piezas escultóricas de la Anunciación que coronan la puerta, en contra de la recomendación del citado informe, que aconsejaba sacar moldes de las mismas y sustituirlas por unas réplicas. Desde la calle no se aprecia la importante pérdida de volumetría de las piezas, por lo que los arquitectos han decidido, finalmente, mantener las esculturas originales rehabilitadas y vigilar su estado periódicamente. La intervención en la puerta de los hierros era imprescindible en razón al elevado grado de deterioro que había alcanzado. De hecho, se declaró la emergencia de la obra debido a la caída de cascotes a la vía pública, lo que provocóla clausura de la puerta de acceso. La agresión de las numerosas palomas que anidan en los recovecos del templo, la contaminación atmosférica y el envejecimiento de las piedras son las causas principales que han originado los daños. Las piedras procedentes de la canteras de Godella, que se emplearon para la estructura arquitectónica, están en buen estado; no así las piedras de Benigànim, con las que se construyeron los elementos escultóricos y ornamentales. La rehablitación respeta el bicromatismo original, aunque en este sentido se ha introducido una modificación debido a la necesidad de retirar la capa de oxalato. El oxalato se compone de aceites y sales y se utilizaba como una técnica de protección de la piedra que proporcionaba una tonalidad más oscura -es el color que presenta el Micalet en la actualidad- a las construcciones. Pero en el caso de la fachada barroca se había convertido en una costra por la que penetraba el agua y la perjudicaba, por lo que se ha tenido que eliminar sin dañar la estructura. Además se han recuperado otros elementos singulares.

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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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