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BOMBARDEO EN IRAK

EE UU y el Reino Unido ponen fin a los bombardeos sobre Irak

A lo lejos, en dirección a un barrio administrativo, se oía el tableteo de las baterías antiaéreas entrecortado por las explosiones de los misiles. Al pie del edificio, bajo un cielo iluminado, los coches seguían parándose en los semáforos en rojo. Así vivía Bagdad anoche, poco después de que empezase el ayuno del Ramadán, su cuarta jornada de bombardeos, la más devastadora de todas. Los iraquíes confiaban en que la llamada del muecín que anuncia el inicio del ayuno islámico supondría el fin de los ataques. Horas después, medianoche en España, EE UU y el Reino Unido anunciaban el fin de los bombardeos al considerar que se habían cumplido los objetivos fijados. El primer ministro británico, Tony Blair, comunicó la decisión minutos antes de que concluyera una reunión del presidente Bill Clinton con sus asesores militares. En los tres primeros días cayeron sobre Irak más misiles que durante los 40 días de la guerra del Golfo. Han causado, según un balance oficial iraquí, 73 muertos civiles, 25 de ellos en el hospital Sadam. Aun así, Irak no se doblega. Los inspectores de la ONU encargados de vigilar el desarme iraquí forman un "grupo de espías", y su misión no se reanudará, dijo ayer el vicepresidente de Irak, Taha Yassin Ramadán.

Irak ha recibido más misiles que en toda la guerra del Golfo

Los ataques aéreos buscan rematar la maltrecha economía del país árabe

Viene de la primera página A juzgar por la frecuencia y la intensidad de las explosiones en Bagdad no se tenía ninguna duda sobre la veracidad de los datos proporcionados por el Pentágono de EE UU. En las primeras 72 horas de bombardeo cayeron sobre Irak más de 300 misiles. Además, sólo entre las 14.30 del viernes y las 9.00 horas de ayer, estallaron otros 60 misiles, según un comunicado del Ejército iraquí. A las diez de la mañana de ayer (hora local), los habitantes de Bagdad comprobaron que ni el Ramadán les ponía a salvo de los ataques. Esta vez, en pleno día, se reanudaron los bombardeos. La ausencia del aviso de las sirenas y quizá el hecho de que la mayor parte de los proyectiles explotaran en los suburbios industriales del sureste daban un aire indiferente a la ciudad. En el centro el tráfico era casi el habitual. Los coches respetaban con normalidad los semáforos. Ayer hubo doble sesión de bombardeos. El segundo ataque se produjo a las seis de la tarde -las 15.30 horas en España- y esta vez el ruido de baterías antiaéreas combinado con el de las explosiones se hizo ensordecedor. El Alto Mando de las Fuerzas Armadas iraquí establecía ayer en 73 el número de víctimas civiles, de las cuales 68 se habían registrado en Bagdad y los alrededores de la capital. Yassine Ramadan, el viceprimer ministro iraquí, manifestó que "el número de mártires entre los civiles es dos decenas de veces superior al de los militares, lo que vale también para los heridos". Ningún responsable iraquí ha querido, sin embargo, precisar el número de víctimas uniformadas. El régimen iraquí sí asegura, en cambio, que la precisión de los bombardeos deja mucho que desear. El ministro de Educación, Fahad Al Sahagra, señaló, por ejemplo, que el Palacio de los Abásidas, uno de los principales restos arqueológicos del país, resultó destruido. Es la segunda vez que es arrasado, añadió, "la primera en 1258 por los mongoles y, ahora, por estos nuevos mongoles". Sobre los demás objetivos golpeados por la fuerza aérea norteamericana y británica Bagdad guarda silencio. Lo hace para no dar pistas al enemigo y, de paso, no mermar la moral de los 14 millones de iraquíes. A pesar del hermetismo oficial algunos datos transcienden. Los ataques han supuesto, aparentemente, la destrucción de una parte importante de la infraestructura petrolífera de Irak empezando por la refinería de crudo de Basora, al sur del país. También ha sido muy dañado el puerto Umel Kaser, uno de los pocos operativos del país. Los destrozos causados a estos dos objetivos es un grave contratiempo para los proyectos económicos del presidente Sadam Husein, quien intentaba superar las deficiencias producidas por ocho años de embargo petrolero. Bagdad acababa de iniciar, con el visto bueno de la ONU, un plan de renovación de sus instalaciones. Contando para ello con la cooperación internacional y la ayuda de varias empresas españolas especializadas en la industria pesada. Todo esto pone en peligro el programa de "petróleo por alimentos" que la ONU diseñó hace cinco años para paliar los perjuicios que causaba a la población civil el embargo. La lluvia de bombas alcanza también la red de instalaciones castrenses. Han sido hechas añico las sedes de los servicios secretos y del Ministerio de Industria Militar (armamento). Su aspecto externo ha sido, sin embargo, preservado por los misiles inteligentes que penetraron "limpiamente" en los edificios que devastaron por dentro.

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