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"Me hizo el boca a boca y siguió pegándome"

El vídeo de las declaraciones de Ana Orantes marca el segundo día del juicio por su muerte

"Me hizo el boca a boca y siguió pegándome". Estas palabras, pronunciadas en un programa de televisión por Ana Orantes 15 días antes de morir abrasada por su ex marido, José Parejo, el pasado 17 de diciembre en Cúllar Vega (Granada), reconstruyeron ayer el pozo de horror que la mujer padeció en su matrimonio. El testimonio de la mujer, que fue visto en un monitor por el jurado, restó dramatismo a la cruel relación de agresiones -patadas en el estómago, puntapiés, gritos, altercados y agresiones sexuales- que cinco de sus ocho hijos dijeron haber presenciado.

Gerardo Moreno, el juez de paz de Cúllar Vega, que intervino personalmente en todas las disputas que estallaron en los últimos años de convivencia, declaró ayer que fue la emisión del programa televisivo lo que motivó el ataque definitivo de Parejo contra su ex mujer. Un día antes del crimen, Moreno mandó llamar a Parejo para comunicarle que había sido condenado a pagar una multa de 5.000 pesetas por una falta cometida contra su ex mujer. Lo notó nervioso. "Le dije que no fuera a hacer una de las suyas. Yo sabía que estaba dolorido con lo que ella dijo en televisión". Pero aunque lo que desatara el último ataque de Parejo contra la mujer fuera su aparición ante las cámaras de Canal Sur, los castigos que le infligió a lo largo de los años de vida en común no tuvieron, según los propios hijos, ninguna causa próxima. Fueron más bien una cadena de atrocidades cometidas con aterradora meticulosidad.Raquel Parejo era uno de los dos hijos que aún vivían con Ana Orantes cuando fue quemada viva. Ayer aseguró, con impresionante frialdad, que había presenciado agresiones físicas y verbales contra su madre, y sufrido otras ella misma. "Mi madre quería conciliarnos. Nos decía que nos portáramos bien para no irritar a nuestro padre". "Después de la separación, en 1996, se liberó y dijo que, después de tantos años, estaba dispuesta a decir la verdad. Pero el miedo aún le duraba. Nosotros también temíamos. Cerrábamos la puerta por temor a que subiera", dijo ante los nueve componentes del jurado.

"En otra ocasión", añadió, "quemó la ropa de mi madre, las fotos, los documentos que llevaba en la cartera. Mi madre se quedó corta en Canal Sur. Con tres o cuatro horas de programa no hubiera tenido bastante. Él era propenso a llorar, pero era un llanto sin lágrimas".

"Es una persona agresiva", dijo con voz firme José Manuel Parejo, otro de los hijos. "Agresiva y violenta con los débiles, con sus hijos, contra los que sabía que no se iban a echar adelante. Fuera de casa su carácter era distinto. También es cierto que lloraba habitualmente".

Relaciones con una hija

"Yo he sido testigo de esas agresiones", recalcó con la misma impavidez Alberto Parejo. "De bueno no tenía nada; de malo, todo. Mi padre nunca nos ha dado confianza", señaló. Pero no sólo hubo golpes. Según el relato que Ana Orantes confió al abogado que intervino en la separación, Francisco Almagro, su ex marido había mantenido relaciones sexuales con una de sus hijas y la nieta se había quejado en el colegio de tocamientos por parte del abuelo.Lo que nadie llegó a explicar con fundamento fue el hecho de que Ana Orantes y José Parejo aceptaran convivir en la misma casa, él en la planta baja y ella en la superior, pero con un espacio común donde surgieron los últimos altercados.

Según Francisco Almagro, el abogado que intervino en el proceso de separación, fue Ana Orantes la que decidió compartir la casa de Cúllar Vega. "Le expliqué que la casa era indivisible y que, como ella tenía a su cargo dos hijos y una nieta, podría conseguir el derecho de uso. Una vez, Parejo le comentó que se quedaba con la casa o le prendería fuego. Ella no quería echarle. Sentía miedo, pero en el fondo lo que sentía era lástima".

Gerardo Moreno, el juez de paz, dijo que él intervino personalmente en las negociaciones para comprar al supuesto parricida la mitad indivisa de la vivienda. Al principio, Parejo exigió 12 millones, pero después de una larga conversación en su casa, lo convenció para que rebajara el precio a la mitad, a seis millones. Cuando todo estaba listo, Ana Orantes dijo que no disponía de ese dinero, aunque se ofreció a pagar a razón de 15.000 pesetas mensuales, la cantidad que el juez decidió que Parejo tenía que entregar a su ex mujer mensualmente para la manutención. "Aquel sistema de pago era imposible", reconoció el juez de paz.

El juicio se reanudó ayer tarde con la exposición de las pruebas psiquiátricas y psicológicas presentadas por los distintos peritos, para evaluar el nivel de consciencia del acusado cuando empapó de carburante a su ex mujer y le prendió fuego. Uno de ellos, el elaborado por la Cátedra de Medicina Legal de Granada, niega que Parejo sufra alguna enfermedad mental, aunque no puede determinar si en el momento de la agresión tenía las facultades mentales disminuidas o anuladas.

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