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París y Bonn caldean la cumbre de Viena con una proclama contra el gasto de la Unión Europea

Xavier Vidal-Folch

París y Bonn caldearon ayer la "batalla financiera" que se desarrollará mañana en la cumbre de Viena de la Unión Europea (UE). Proclamaron que están de acuerdo en imponer austeridad al presupuesto comunitario en el periodo 2000-2006, pero ocultaron las importantes diferencias que les dividen, en una carta conjunta del canciller alemán, Gerhard Schröder, y el presidente francés, Jacques Chirac, a los otros líderes. Ambos apoyan que el techo máximo teórico de los recursos propios se fije en el 1,27% del PIB de los Quince, y postulan que "los gastos totales deben ser estabilizados en términos reales", es decir, reducidos respecto al año 1999. España duda de que el 1,27% sea suficiente para afrontar la ampliación, y se opone radicalmente, con Portugal y Grecia -y en menor medida, Italia- a la reducción del gasto.Ambos propugnan también que el "esfuerzo financiero" se reparta más equitativamente entre todos, un apoyo algo vago de Francia a reducir la carga presupuestaria de Alemania. Vago porque París critica que Bonn "razone sólo en términos de saldos netos", como dijo el ministro de Exteriores, Hubert Védrine, algo que la carta oculta, aunque para Védrine "la prioridad política es resolver el problema alemán". La comprensión de Francia hacia Alemania en este asunto no se extiende a Austria y Suecia, contra las que (si bien no se dice en el texto) ha mostrado una enorme furia. En este capítulo, Schröder y Chirac militan claramente por la reducción del cheque británico, como apunta esta frase: "Todos deberán contribuir plenamente a financiar la ampliación" al Este.

Francia cede más. Anuncia en la carta que está dispuesta a reformar la Política Agrícola Común (PAC) -que tanto le beneficia presupuestariamente-, reduciendo también sus gastos, con objeto de preparar la ampliación y adaptarse a la OMC. En política estructural nada dicen del Fondo de Cohesión para los países del euro (Bonn quiere descrestarlo, París es más favorable a España), pero defienden criterios que disgustan a Madrid, como que las regiones pobres de los países ricos tengan igual trato que las pobres de los países pobres, y el respeto "estricto" del techo del 75% de la renta per cápita respecto a la media para recibir subvenciones, un torpedo a Canarias según los diplomáticos franceses.

Los ánimos están muy caldeados. Ni Londres cede en su defensa del cheque británico; ni la tripleta España-Portugal-Grecia quiere oír hablar de rebajas en los gastos estructurales; ni la banda de los cuatro (Alemania, Holanda, Suecia y Austria) matiza su clamor por reducir sus contribuciones. Salvo éstos, todos están irritados con la presidencia austriaca. "En Viena se deberá elegir entre una gran bronca y cero resultados" sobre la polémica financiera, según fuentes españolas.

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