Un imaginativo ensayo relaciona a las abejas con la arquitectura
Juan Antonio Ramírez publica 'La metáfora de la colmena, de Gaudí a Le Corbusier'
El primer edificio de cristal, proyectado por Mies van der Rohe, se llamaba panal. Los arcos catenarios que inventó Gaudí tienen un extraordinario parecido con las formas que adquieren las abejas al construir sus colmenas. Le Corbusier se inspiró también en la apicultura para realizar algunas de sus obras. De todos estos, y de otros muchos, singulares paralelismos se ocupa Juan Antonio Ramírez en su último ensayo, que acaba de publicar Siruela.
Lo de las abejas le viene a Juan Antonio Ramírez de familia. Hace unos años observó que, gracias a las ventanas apaisadas que su padre había introducido en una colmena de su invención, ésta se parecía mucho a una vivienda racionalista. Fue una suerte de revelación. Y aunque desde niño llevaba tratando de cerca el mundo de la apicultura, en el que su padre se sumergió con la pasión y entusiasmo de un creyente, hasta entonces no había pensado cuánto de común había entre las construcciones de las abejas y las de los hombres. Así fue como Juan Antonio Ramírez se embarcó en una originalísima investigación, que ha sintetizado en La metáfora de la colmena, que acaba de aparecer en Siruela. Al mismo tiempo, la Fundación César Manrique ha publicado recientemente Historia y crítica del arte: fallas (y fallos), la conferencia que leyó en el último congreso de historiadores de arte celebrado en Valencia.Catedrático de Historia del Arte en la Universidad Autónoma de Madrid, Juan Antonio Ramírez ha publicado distintos libros, algunos de los cuales proponen formas muy personales de acercarse al mundo del arte -entre ellos, Construcciones ilusorias (1983) o La arquitectura en el cine (1986)-, mientras que otros tienen un planteamiento más académico -como su edición de los tratados de J. de Pando y J. B. Villalpando sobre El templo de Salomón-, y los hay incluso que constituyen un rendido homenaje a uno de sus monstruos sagrados: Duchamp. El amor y la muerte, incluso (1993).
Ramírez, que reivindica el carácter híbrido de la historia del arte, ha concebido La metáfora de la colmena como un singular artefacto que, sobre todo, constituye una reflexión sobre "la ambivalencia de la utopía". " Creo que estamos en un momento de revisar nuestras convicciones, ver qué pasó con las cosas en las que creímos, qué es lo que ya no sirve y qué es lo que todavía podemos recuperar. En ese sentido, estudiar la metáfora de la colmena puede ser un camino interesante".
Lecturas
La metáfora de la colmena admite muchas lecturas -políticas, ideológicas, morales, incluso biográficas-, pero han sido las cuestiones formales las que han orientado el trabajo de Juan Antonio Ramírez. Lo que ha perseguido ha sido encontrar cómo muchos artistas encontraron su fuente de inspiración en el mundo de las abejas. Gaudí, con los arcos catenarios. El escultor Boucher, con su ciudadela utópica de artistas llamada La ruche (La colmena) en el París de finales del siglo pasado. La deuda de Mies van der Rohe en su edificio de cristal con los panales de observación de la época ilustrada. El caso de Beuys y su utilización de la miel. Las reflexiones de Bruno Steiner. El pabellón de cristal de Bruno Taut, que tiene uno de sus antecedentes en la colmena rústica. El peso, en fin, de la apicultura en los proyectos de Le Corbusier: en su concepción de la ciudad ideal, en su Cité de réfuge, en el pabellón suizo de la Ciudad Universitaria, en la unidad de habitación de Marsella... "Hay que tener en cuenta que la colmena estuvo cargada de connotaciones positivas hasta la II Guerra Mundial", comenta Ramírez. "Para los hombres que gestaron el movimiento moderno, era fuente y ejemplo de todas las virtudes. La abeja era modelo de laboriosidad, de solidaridad, de entrega a la colectividad. Fue mucho después, tras el fracaso de las utopías extremistas, de derechas y de izquierdas, cuando la colmena se cargó de elementos negativos para convertirse en sinónimo de hacinamiento, de opresión, de gregarismo". Lo que descubre el libro, en definitiva, es la capacidad de adaptación de la metáfora de la colmena, que ha servido tanto para justificar la lucha por una sociedad igualitaria como para apoyar los afanes expansionistas del nacionalsocialismo. "Nos muestra cómo utopías de muy distinto signo pudieron llegar a darse la mano", observa Ramírez. Y muestra también, como ha descubierto Ramírez, "su capacidad de cautivar la imaginación de tantos creadores".
Babelia
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