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Educadores marroquíes ayudarán a sacar de la calle a los niños inmigrantes de Barcelona

Un grupo de educadores de Bayti, una asociación de Casablanca (Marruecos) con una dilatada experiencia en la educación e integración social "de los niños de la calle", se desplazará el próximo mes de enero a Barcelona para ayudar a los cerca de 200 menores inmigrantes sin papeles que malviven desde hace meses en las calles de la capital catalana y su área metropolitana. La Generalitat ha pedido la colaboración de esta entidad porque "conoce bien la problemática de estos niños y puede dar formación específica a los educadores que trabajan en Cataluña".

Bayti lleva meses colaborando con la ONG francesa Jeunes Errants para socializar o preparar el retorno a su país de los niños marroquíes que viven desde hace tiempo en Marsella (Francia) en las mismas condiciones de desamparo que los de Barcelona. A diferencia de Marsella u otras ciudades francesas, la existencia de niños inmigrantes desarraigados es un fenómeno relativamente nuevo en Cataluña. La presencia de estos menores en las calles de Barcelona salió a la luz pública a mediados de septiembre, aunque todas las instituciones sabían de su existencia desde hacía meses. Además de crear un conflicto de competencias entre instituciones -a la hora de determinar cuál de ellas debía responsabilizarse de estos niños-, el fenómeno ha generado el desconcierto de los educadores y asistentes sociales de Cataluña, que no conocen suficientemente la problemática de estos menores y no pueden comunicarse con ellos porque no saben árabe, el único idioma que habla la mayoría de estos niños. La consejera de Justicia de la Generalitat, Núria de Gispert, que en los próximos días firmará el convenio de colaboración con Bayti, reconoce que esta entidad no sólo puede ejercer una tarea eficaz de socialización de los niños de la calle de Barcelona, sino que además "dará formación específica a los educadores de aquí". Los programas educativos que aplicarán en Barcelona los educadores de Casablanca se concretarán en el convenio, pero la presidenta de la asociación, Najat M"jid, ha revelado algunas pistas. "El internamiento en centros no es una medida adecuada, la institucionalización rápida de estos niños está condenada al fracaso", asegura. Los profesionales de Bayti ejercen un trabajo de "aproximación" a estos niños "sobre el terreno", es decir, en la misma calle y en los ambientes en los que se mueven. Se trata de ganar su confianza progresivamente, escucharles y lograr que participen en actividades educativas que les resulten atractivas y que les aparten de la prostitución, la droga y la delincuencia. "Es un trabajo basado no tanto en la asistencia como en la colaboración", añade M"jid. Según la responsable de la asociación, la mayoría de los menores inmigrantes que vagabundean por las calles de Barcelona son originarios del norte de Marruecos, no asisten a la escuela y proceden de familias numerosas con escasos recursos económicos. No todos ellos vivían en la calle cuando estaban en Marruecos, pero sí la mayoría. "Estos jóvenes no tienen un futuro esperanzador en Marruecos y piensan que en Europa realizarán sus sueños", añade. Con la colaboración de un amplio equipo multidisciplinar integrado por educadores, asistentes sociales, psicólogos, médicos y artistas, la asociación marroquí Bayti lleva cinco años trabajando en la reintegración escolar y socioprofesional de niños en situación difícil: desde niños de la calle hasta delincuentes o víctimas de la explotación sexual.

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