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Buñol moderniza su papel

La localidad industrial vuelve a competir con tecnología punta en el sector papelero 30 años después de iniciar su decadencia

Hubo un tiempo en el que 22 fábricas de papel flanqueaban las dos orillas del río Buñol a su paso por la localidad de la que toma su nombre. Era su época de máximo esplendor y esta amplia zona industrial -de una decena de kilómetros de longitud- rivalizaba con grandes núcleos industriales como Xàtiva o Alcoy. Sin embargo, del floreciente sector papelero -motor industrial de la Comunidad durante las últimas décadas de la pasada centuria y mediados de la presente-, en Alcoy sólo quedan vestigios y en Xàtiva hay un par de fábricas en funcionamiento, además de otras pocas que salpican el territorio valenciano. A pesar de la decadencia que tras la crisis de los años setenta sufrió todo el sector, todavía son 11 las empresas papeleras que sobreviven y funcionan en la Hoya. "Buñol recicla aproximadamente el 80% del papel que se desecha en la Comunidad, aunque no para hacer papel prensa, sino para ser destinado a embalajes y cartonajes", explica Manuel Mañez, responsable de una de las papeleras. Además, algunas de las tradicionales fábricas de papel han evolucionado, integran servicios variados y comparten espacio con las que primitivamente surgieron como herrerías, "que hoy se han transformado y no sólo acometen proyectos papeleros en todo el mundo, sino también cualquier tipo de ingeniería industrial", mantiene César Ferrer Sanchis, director de relaciones comerciales -hijo y nieto de papeleros- y uno de los confundadores de Asesores Técnicos Papeleros (ATP), empresa nacida hace tres años en Buñol y destinada a la creación integral de proyectos papeleros (fábricas de papel, cartón o celulosa). Sólo tres socios iniciaron sus actividades y hoy son 28 personas (entre ingenieros, proyectistas, delineantes y otros trabajadores) quienes desarrollan sus trabajos para medio mundo, compitiendo con firmas de primera línea dentro del sector. "Nuestra empresa puede hacer desde una pequeña reforma o una pieza determinada, hasta un complejo papelero completo, como el que recientemente hemos construido en Indonesia, para una multinacional con 29 fábricas en todo el mundo, para la que hemos hecho una fábrica desde los cimientos", puntualiza el ingeniero, que se enorgullece de contar con unas instalaciones de primera línea y con el laboratorio papelero más completo de España. No es un caso aislado, ya que junto con la reconversión, nuevas empresas aparecen en el sector. Es el caso de la fábrica de sacos de papel craff extensible de la compañía Valenciana de Cementos. 48 trabajadores y dos directivos componen el equipo de una planta que produce 47 millones de sacos -de los 160 millones que se consumen en España al año- y que garantiza un suministro constante a Valenciana de Cementos y a otras empresas del grupo, algunas de ellas ubicadas en países tan distantes como Venezuela, Panamá o Colombia. "Una factoría que ha sufrido un acelerado crecimiento desde los 14 trabajadores y 12 millones de sacos al año de producción con los que iniciamos nuestras actividades, hace ocho años", recalca Tomás Hernández, director adjunto. Recuperación económica y ecológica. Vecinos, representantes institucionales y culturales, empresarios del papel e incluso ecologistas coinciden por primera vez en algo: el río Buñol está mejor que nunca "gracias a la depuradora de Alborache-Buñol que ha conseguido recoger las aguas fecales de los dos municipios y también los vertidos de las fábricas de papel, el verdadero problema", según explica Minerva Gómez, concejal de Medio Ambiente de Buñol. Aunque los ecologistas y algunos vecinos que viven más cerca de las fábricas se muestran más críticos con esta reconciliación entre las papeleras y el río. "Podría estar mejor, y además deberían evitarse los malos olores, los humos y otras molestias, como los accidentes de vertidos que algunas papeleras causan", dice Ángel Delgado, miembro del grupo ecologista Tamus.

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