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AULASINVESTIGACIÓN

Los laberintos de la mente animal

, Por los pasillos de la Facultad de Psicología de la Universidad de Sevilla no se oyen los arrullos de las palomas. Pero cuando se cruza la puerta del laboratorio de Conducta Animal el olor cambia y aparecen las jaulas con las aves blancas. 50 palomas que reciben trigo y albejones como premio a una conducta correcta. De esa forma, los científicos que trabajan con ellas van modificando su comportamiento y viendo hasta donde pueden llegar. "Le pedimos a la paloma que pique a la derecha y después tiene que elegir el color verde y si pica a la izquierda tendrá que elegir la etiqueta roja", explica Andrés García, un becario que está redactando su tesis a partir de estos y otros experimentos. Y si lo hacen bien pueden ingerir unos albejones "que es para ellas como el marisco para los humanos", añade García. Lo que se pretende con este juego del picoteo y las etiquetas de colores es comprobar la capacidad que tienen las palomas de relacionar una conducta con un color, un estímulo con otro, y la forma de conseguirlo. Aplicación práctica: García aventura que estos trabajos pueden servir para enseñar lectura y escritura a niños con deficiencias en el aprendizaje. De estos experimentos podría inferirse un fórmula que relacione de manera fácilmente comprensible la grafía con el objeto a que se refiere. "Pero eso a largo plazo, porque estos experimentos vienen haciéndose desde hace más de 50 años". Con la recopilación de todo lo publicado es posible hacer un manual orientativo dedicado a estas enseñanzas. "También las fobias se tratan con estos trabajos", dice García mientras las palomas zurean metidas en sus jaulas. Esta ave, una especie llamada Columba libia, sirve también a los investigadores de Psicología para buscar el origen de la creatividad. Luces de diferentes colores parpadean en las cajas preparadas para los experimentos. Las palomas deben picotear los cristales de metacrilato cuando reciben los estímulos y así van definiendo diferentes formas de conducta. Cuando los estímulos cambian, los animales reaccionan de forma distinta pero en esa reacción se adivinan retazos de conductas aprendidas con anterioridad. Algo así sería la creatividad. María Francisca Arias pone el ejemplo del famoso psicólogo alemán Köhler y sus experimentos con monos. "Él colgaba un plátano en alto y los monos, para alcanzarlo, apilaban las cajas repartidas por la jaula. Köhler creía que esta reacción de los monos era creativa porque nadie les habían enseñado a apilar las cajas para conseguir el objetivo pero lo que en realidad hacían era repetir antiguas conductas que hicieron en otras ocasiones. Ellos ya habían amontonado cosas para subir a los sitios". Estos y otros experimentos les sirven a los psicólogos para bucear en la mente y tratar de averiguar los motivos de determinadas conductas humanas. Resabiados En el departamento de Psicobiología, una planta más arriba, están las tortugas, los peces y la sala del laberinto. Allí se buscan pistas para comprender la memoria y el aprendizaje, algo que también "a largo plazo" podría utilizarse en el tratamiento de los niños con problemas para aprender. "Tratamos de ver desde un punto de vista de la evolución cuáles son las bases neurales que determinan el aprendizaje y la memoria. En los peces hay áreas homólogas a las que se desarrollan con posterioridad en los mamíferos, como el hipocampo. Esto nos aporta información sobre el origen común de las especies", explica Juan Carlos López, un profesor asociado de la Facultad. Para realizar estos experimentos se utiliza la sala del laberinto. En el centro de este cuarto hay una cruz griega de metacrilato cuyos brazos son canales con agua donde se suelta a las tortugas de California y a los peces. "Ellos tienen que llegar hasta la comida". En un mes estos animales están resabiados y ya no se puede experimentar con ellos. Inútil colocar a la tortuga en un punto equivocado porque llegará a la comida a como dé lugar. De una carrera sobre el metacrilato destrozan el aforismo ese de "eres más lento que una tortuga". Cuando para la tortuga o los peces llegar a la comida es un juego de niños, deberán ser sustituidos por otros animales siempre siguiendo las leyes que rigen en el uso de seres vivos para la experimentación universitaria. Ningún animal puede salir con vida de las Facultades. Los investigadores no les ponen un nombre doméstico, "porque hay muchos", pero les acaban "cogiendo cariño".

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