"La tregua no hubiera sido posible sin Elkarri y Gesto por la Paz"
Ocurra lo que ocurra en el País Vasco, la movilización social en contra de la violencia ha activado una cadena de efectos acumulativos que coloca a los vascos en un escenario de no retorno. Así lo diagnostica la socióloga madrileña María Jesús Funes, desprovista de la tentación apasionada de la cercanía, pero con meticulosidad de investigadora. Durante los últimos cuatro años ha estudiado a Gesto por la Paz y a Elkarri como grupos pacifistas fundamentales y el resultado es un libro La salida del silencio (Movilizaciones por la paz en Euskadi 1986-1998) presentado ayer en Bilbao. Pregunta. Es un poco sorprendente que usted, que nació y vive en Madrid, se haya sentido atraída por los movimientos vascos. Respuesta. Me interesaron porque intuí que reunían las condiciones para conseguir algún cambio significativo en la sociedad vasca. Empecé a recopilar información y me di cuenta de que merecía la pena. P. ¿A qué condiciones se refiere al decir que podían cambiar las cosas? R. Hay dos grupos muy diferenciados que había que estudiar por separado, pero que un recorrido histórico les junta. A principios de los ochenta, comienza una movilización en torno a Gesto por la Paz, que a finales de esa década ya es un movimiento pequeño, pero consolidado y, luego, la movilización que se produce en la izquierda abertzale. Gesto por la Paz presenta unas características de cara a su comunicación con el resto de la sociedad que hacían previsible su éxito. En la comunidad vasca el valor de lo simbólico es muy importante y Gesto trabaja con los símbolos. La aparición de Elkarri tiene que ver con que la izquierda abertzale que se siente afectada por la respuesta popular a Gesto y articula una respuesta. Elkarri manifiesta una postura claramente en contra de la violencia, que está legitimidada porque ataca todo tipo de violencia, no sólo la de ETA. Elkarri aglutina demandas que creen que la acción violenta ya no es válida y que piensan "algo hay que hacer. No podemos perder la oportunidad de elaborar nuestra propia propuesta en favor de la paz", pero lo hacen desde otros parámetros, sobre todo desde el secuestro de Julio Iglesias. P. Usted destaca el protagonismo de muchos vascos sin protagonismo público en la pérdida del entretejido social que permitió el mantenimiento de ETA. R. Forma parte de un sentimiento de responsabilidad colectiva. Durante un tiempo se legitimó y apoyó la violencia; después se pasó a la neutralidad, pero llegó un momento en que se hizo costosa también la neutralidad. El conflicto estaba socialmente enraizado así que, o se hacía algo al margen de las estructuras, o difícilmente iban a cambiar las cosas. P. ¿Cree que sin los movimientos sociales se hubiera llegado a la situación actual de tregua? R. En Euskadi, además de un conflicto político hay un conflicto social. Está enraizado en las relaciones cotidianas, en los barrios, donde surgen complicidades y se deshacen lealtades que propician tanto el sustento de la violencia como el desapego de la misma. Por lo tanto, es en las bases sociales donde se establece el apoyo o el rechazo. P. Usted escribe que para combatir la violencia la estrategia política y la lucha policial son imprescindibles, pero insuficientes. Y coloca a los grupos pacifistas como tercera columna. R. Desde luego, sin la acción social vasca no se puede hablar de soluciones. No sé si la situación actual es definitiva, pero nunca se hubiera llegado sin los grupos que luchan por la paz. P. Volviendo a lo anterior, ¿hubiera sido posible la tregua sin colectivos como Gesto y Elkarri? R. Con sinceridad, creo que no estaríamos en donde estamos si no se hubiera producido la movilización social. Ha presionado a muchos sectores, a las instituciones políticas y a los que apoyaban a ETA. ETA ha perdido apoyo social y eso es consecuencia en gran parte del movimiento en contra de la violencia de sus propios sectores sociales. El deteriorioro del apoyo social a la violencia tiene mucho que ver con Elkarri y con el movimiento de la izquierda abertzale a favor de la paz. Si hay un alto al fuego es porque ETA está profundamente debilitada en sus bases sociales, además de por otras razones. P. ¿Quiere decir que la izquierda abertzale que está en contra de la violencia es la que ha propiciado la situación actual de proceso de paz? R. Claro, es que no se entiende sin la transformación de la izquierda abertzale. Uno de los problemas de ETA es el debilitamiento de sus bases porque entiendo que el éxito de Euskal Herritarrok es el voto de la paz. Desde el año 1992, en el MLNV se produce un proceso de cierre permanente que acaba en enero del 98, de tal forma que la izquierda abertzale es cada vez más plural y el MLNV cada vez más pequeño. Y la izquierda abertzale está aglutinada y articulada en Elkarri, que actúa como referente. Y en la transformación de la izquierda abertzale no es ajena la movilización de otros sectores. P. ¿Cree que debieran estar Gesto por la Paz y Elkarri en las conversaciones con ETA? R. Estar no sé, pero yo creo que Elkarri es un elemento a tener en cuenta, más que Gesto por la Paz, porque ha ha jugado un papel muy significativo.
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