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Ricos y pobres

Dos malos augurios para Andalucía se produjeron en una sola jornada, la del 23. Primero nos enteramos de que los países ricos de la UE quieren "estabilizar" el gasto comunitario, lo que traducido al común significa que pretenden reducir los fondos estructurales y de cohesión, que es de donde los socios mediterráneos vivimos la ilusión de ser europeos. Algo así como dos billones de pesetas, en el período 2000-2006, sólo para España. No había más que verle la cara que se le puso al señor Rato, ministro de la cosa. Sobre todo porque un rato antes de la reunión del Ecofin (también es agorero el nombrecito) alguien le sopló que su amado jefe, el presidente Aznar, había dado su visto bueno a la nueva fórmula, entre chiste y chiste, unos días antes, en la cumbre hispanofrancesa de La Rochelle. A lo mejor es que su nueva condición de humorista europeo le ha nublado las entendederas económicas. Mejor que vuelva a su zapatería. Pues bien, si el asunto prospera, imagínense lo que nos puede tocar a los andaluces en esa "deseconomía social", que es como llama Pedro Pacheco a los efectos perversos del nacionalismo de los ricos. Aunque anda el hombre muy afanado en cuadrar el círculo de federalismo y mercadotecnia. Pero la perla negra del día nos la suministró el inefable Jordi Pujol, con la reivindicación del 100% de la recaudación de los impuestos en Cataluña, entre otras cosillas. Apoyándose en su déficit fiscal, que parece cierto -aportan más de lo que reciben-, buscó la homologación de Cataluña por arriba, con los países ricos de la UE, lo mismo que hace tiempo persigue Arzallus, sólo que a éste el parangón le provoca soflamas patrióticas, y al catalán susurros financieros, que no se sabe que es peor. De paso, dando pábulo los dos a esa sospecha, que algunos tenemos hace tiempo, de que todo eso del nacionalismo, en la UE como en España, no es más que un disfraz de ricos con el que aturdir y engañar a los pobres, algunos de los cuales terminan creyendo que bienestar y nación son sinónimos. Acaba de proclamarlo el presidente de la Generalitat, cuando ha dicho que si continúa la discriminación fiscal, que él entiende, "entrará en peligro la identidad nacional, el estado de bienestar y la competitividad de Cataluña". Así de completito. ¿No había por ahí alguien que le buscaba los tres pies al gato? Pues ya los tiene. A unos y a otros -a europeos ricos y a españoles ricos- habrá que recordarles que la riqueza comunitaria se basa en un pacto no escrito, pero sagrado, entre zonas con más desarrollo industrial y otras con menos, en virtud del cual las primeras venden sus productos a las segundas, y con una esforzada aportación de mano de obra procedente de éstas, al menos en el origen. Eso, por no remontarnos a otras causas históricas, ligadas al franquismo, al que muy mucho interesó un norte rico y un sur pobre. El problema del PP es que lo engañan en Bruselas y lo asfixian en Barcelona y Bilbao. Por eso, contra lo que también proclama el catalán -porque le conviene-, raro será que Aznar no intente zafarse de ellos adelantando elecciones. O será que ya no puede ni eso.

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