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El cantante cubano Ibrahim Ferrer graba un disco con Ry Cooder

El intérprete está de gira por España con el pianista Rubén González

Dentro de unos meses saldrá a la venta su disco producido por el guitarrista norteamericano Ry Cooder. Ibrahim Ferrer, que acompañó a Beny Moré en los cabarés de La Habana de los años cincuenta, y Rubén González, pianista entonces de la orquesta del inventor del chachachá, son dos de los protagonistas de la película sobre músicos cubanos veteranos que ha rodado Wim Wenders. Ambos estarán el día 26 en Barcelona (Palau de la Música), el 28 en Madrid (Palacio de Congresos) y el 1 de diciembre en Salamanca (Auditorio de Congresos)."Yo pienso que la música nuestra es muy pegajosa", dice Ibrahim Ferrer. "No es que sea mejor que otras pero tiene algo que te llega". Que se lo pregunten sino a Ry Cooder, que expresa siempre un enorme respeto por figuras ya desaparecidas como Ñico Saquito o el Niño Rivera, y se siente un privilegiado al poder compartir discos con personajes como Ibrahim Ferrer o Rubén González. Al guitarrista le horroriza conducir hasta el centro de Los Ángeles, pero hace tres semanas se puso al volante de su camioneta y se dirigió hacia Hollywood Boulevard. La ocasión merecía desafiar los inevitables embotellamientos: recogió en el hotel a los músicos cubanos y se los llevó a comer a su casa de Santa Mónica.

Músicos

Cooder es el productor del disco que ha grabado Ibrahim Ferrer hace unos meses en La Habana. Y toca en dos números. Se publicará el año próximo y en él participaron casi todos los músicos de las sesiones de Afrocuban All Stars y Buena Vista Social Club, pero también integrantes de otras orquestas cubanas. "Tengo números en grupo chiquito, en septeto, y hasta con una banda de 22 músicos", explica Ferrer. "Hay dos de Los Zafiros y boleros como Silencio. Y está Generoso Jiménez (legendario trombonista y arreglista de la banda de Beny Moré) como director en Qué bueno toca usted". Todavía no tiene título: "No sé cómo se va a llamar. Esa gente [la compañía discográfica londinense] dicen que me van a sorprender".Nada más llegar al hotel, Rubén González (Santa Clara, 1919) se zampa un pastel de chocolate y bebe un vaso de leche al que le ha echado kilos de azúcar. Mientras, Ibrahim Ferrer (Santiago de Cuba, 1927) arrambla con los caramelos que hay en la recepción. Estaban jubilados cuando en marzo de 1996 fueron a buscarles. "Yo estaba en casa limpiando mis zapatos", cuenta "y vino Juan de Marcos, el director de Sierra Maestra, a proponerme un trabajito. Yo le dije a él que no me interesaba ya lo de grabar. Entonces me dijo: "yo venía porque estoy haciendo una grabación con cantantes de su edad y también para que usted se buscara unos fulitas. Se va a ganar por lo menos cincuenta". ¿Cuanto?, le dije yo. ¿Cincuenta fulas? ¡Pues vamos ya, compadre!"

Ibrahim Ferrer se refiere a Juan de Marcos González como su Cristóbal Colón particular: "Él nos sacó del baúl de los recuerdos". Gracias a los dólares reunidos desde entonces, ha podido cambiarse de casa, y comprar un televisor, un vídeo y un equipo de sonido. "Cuando llegan mis nietos ponen una o dos canciones del abuelo. Y de las tres y media a las nueve de la noche "catacrac" . Que si el Médico de la Salsa, que si Paulito, que si Luis Miguel, qué sé yo... ¡Óyeme!, que mi nieto sólo se sabe tres números míos pero de los casetes en inglés que le han regalado se los sabe todos".

Ibrahim Ferrer se tuvo que ganar la vida antes de la Revolución con otros oficios: "La música se pagaba muy poco. Nunca como ahora, ésa es la verdad", explica. Trabajó de carpintero, albañil, en el alcantarillado, vendiendo mangos, recogiendo café... "A veces tocaba hasta las cinco de la mañana y a las siete estaba yo batiendo mezclas en una obra. Principalmente después que me casé. Mi vida fue de madre".

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