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Alemania abre una grave disputa con EE UU por la estrategia nuclear de la OTAN

Pilar Bonet

Las discrepancias entre Estados Unidos y Alemania sobre la estrategia nuclear de la OTAN y la legitimidad de la iniciativa para efectuar un ataque nuclear en caso extremo quedaron ayer expuestas por primera vez de modo claro ante la opinión pública y se proyectan sobre la cumbre que la organización debe celebrar el próximo mes de abril en Washington. Estados Unidos hizo saber ayer su desacuerdo con las declaraciones que el ministro de Exteriores alemán, el verde Joschka Fischer, ha realizado en el último número del semanario Der Spiegel.

Fischer dijo haber comunicado al secretario general de la OTAN, Javier Solana, que discrepa con la estrategia nuclear de la Alianza Atlántica en lo que se refiere a la iniciativa de un ataque nuclear en un caso extremo. Fischer desea conversar sobre este tema, "porque vemos las cosas de otra manera".Desde Washington, el secretario de Defensa norteamericano, William Cohen, respondió que Estados Unidos no está dispuesto a renunciar al primer golpe. "Es un componente fundamental de nuestra concepción estratégica y creemos que debe seguir como está", afirmó Cohen, mientras la secretaria de Estado norteamericana, Madeleine Albright, recibía al ministro de Defensa alemán, Rudolf Scharping.

Pese al empeño de los representantes del Ejecutivo alemán, comenzando por el propio canciller Gerhard Schröder, para disipar las dudas sobre el compromiso de Alemania con la Alianza Atlántica y afirmar la continuidad con el pasado, varios puntos del programa de la coalición rojiverde han causado malestar en Washington. Los roces dejan entrever que el trato con el nuevo Gobierno de Bonn puede ser algo menos fluido que en época de Helmut Kohl.

Se da la circunstancia de que el nuevo embajador de Alemania ante la OTAN es Joachim Bitterlich, uno de los más estrechos colaboradores del canciller en política internacional y uno de los principales artífices de la política exterior alemana de los últimos años. En opinión de observadores políticos en Bonn, la comodidad con la que Bitterlich desempeñe su gestión de defensa de las posturas del nuevo Gobierno alemán puede ser un importante indicativo de las evoluciones de Bonn ante la Alianza Atlántica. Tras un discurso inicial basado en la continuidad, Fischer está abriendo cada vez más el espectro de la política exterior alemana a nuevos matices, que él ministro clasifica en los apartados de discontinuidades, rupturas y nuevos acentos.

El Ejecutivo alemán abogará por "la renuncia al primer uso de las armas atómicas", según el programa de gobierno. Bonn apoya, además, la creación de zonas desnuclearizadas y quiere actuar, en el marco de la reforma de la Alianza, para que las tareas de la OTAN más allá de la defensa de los aliados estén vinculadas con las normas y los estándares de las Naciones Unidas y la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa.

"Soy lo suficientemente realista como para saber cómo están repartidas las fuerzas en la OTAN. Pero también soy suficientemente realista como para saber que nuestra situación desde el punto de vista de la política de seguridad ha cambiado fundamentalmente", señalaba Fischer a Der Spiegel. El ministro recordaba que la planificación nuclear de la OTAN respondía a otra situación histórica, cuando existía una frontera interna alemana fuertemente militarizada. "Sobre eso tenemos que hablar abiertamente en la Alianza, sin que se produzca la impresión de que Alemania emprende un camino especial", señalaba el responsable de la diplomacia alemana, que al igual que otros representantes de su país está siempre alerta para no dar la impresión de que hace algo de forma unilateral. La estrategia nuclear de la OTAN data de 1991, en su última versión, y es anterior al derrumbamiento de la Unión Soviética. La aprobación de una nueva estrategia nuclear requiere el consenso de los 16 países de la Alianza.

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Primer paso al cambio

Recientemente, Alemania se abstuvo en una votación de la ONU para abolir las armas atómicas. Según Fischer, Alemania, que tradicionalmente había votado en contra de estas resoluciones, ha "cambiado la posición" y como "primer paso" se ha abstenido. El ministro aseguró que deseaba discutir primero el tema con los aliados para evitar la impresión de que Alemania emprende un camino especial."Creemos que la ambigüedad existente en el tema del uso de las armas nucleares contribuye a nuestra propia seguridad, y crea inseguridad sobre cual será nuestra respuesta a cualquier posible adversario que pudiera usar armas químicas o biológicas", dijo ayer Cohen.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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