Encapuchados y cabezas rapadas se adueñan de la protesta antifascista
La causa "antifascista y pacifista", reclamo usado ayer por grupos radicales de Madrid para celebrar una manifestación coincidente con el 23º aniversario de la muerte de Franco, resultó ser publicidad engañosa. Decenas de encapuchados y cabezas rapadas, colocados estratégicamente al principio de una marcha en la que también participaron colectivos pacíficos, hicieron de la violencia su principal argumento. Agredieron con palos a tres fotógrafos de prensa, insultaron a policías y viandantes y dejaron la calle de Atocha perdida de pintadas. El sistema se pareció bastante al objeto de sus críticas.
En cuanto vieron el cariz que iba tomando la protesta -jóvenes con capucha y uniformados de negro, botas gruesas y quincalla paramilitar muy parecida a la de los grupos ultras de fútbol-, los viejos y pacíficos anarquistas se fueron replegando, tímida pero ostensiblemente, hacia la cola de la manifestación, en la que participaron más de mil personas.Las carreras empezaron pronto. Con una técnica muy bien ensayada, parecida a la lucha callejera que practican los jóvenes simpatizantes de ETA, los encapuchados emplearon casi dos horas en recorrer la calle de Atocha, ora a paso lento, ora a toda carrera para desbordar a los policías que vigilaban la protesta. A la altura del número 55, una joven -también encapuchada- colocó un ramo de claveles rojos sobre la lápida que recuerda la matanza, en 1977 y a manos de asesinos de ultraderecha, de los abogados laboralistas.
Las zonas por donde transcurrió la manifestación -Atocha, plazas de Jacinto Benavente y Tirso de Molina- quedaron hechas una pena; también un camión de RTVE. Los manifestantes utilizaron pinturas de todos los colores para protestar por casi todo. Desde el cierre del diario Egin hasta el vicio de fumar, que "estafa, ata y mata".
Ya en la plaza de Tirso de Molina, uno de los encapuchados -que cambió el embozo por unas gafas oscuras para poder leer sin ser reconocido- pronunció un discurso mientras otros quemaban una bandera constitucional española. Dijo que el 20 de noviembre -"fecha fascista en la que viejos nostálgicos se juntan con jóvenes pijos"- es también desde ahora una cita para antifascistas. Una cita que cada año preocupa más a la policía, convencida de que bajo la etiqueta pacifista se esconden grupos violentos emergentes.
Los fotógrafos agredidos, que pusieron tierra de por medio para proteger su integridad y sus carretes, presentaron una denuncia en comisaría.
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