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Crítica:CLÁSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El 'Réquiem' de Brahms, en homenaje a Ochoa

Cada año, las universidades de Madrid dedican un homenaje al profesor Severo Ochoa a través de un concierto de especial significación. El premio Nobel, como buen asturiano, sentía con hondura y naturalidad la pasión de la música: como Plácido Álvarez Buylla, Leopoldo Alas, Pérez de Ayala, Fernando Vela, Julio Cueto, Gómez Santos o Luis Carlos Álvarez, por citar unos cuantos nombres diversos en la profesión y en el tiempo.Conociendo a Severo Ochoa es fácil suponer que el Réquiem alemán de Brahms constituía una de sus composiciones predilectas. Es música verídica, profunda, lírica y esperanzadamente triste. Sus siete partes articulan un sentimiento tan entrañable que cualquier concepto de solemnidad o actitud glorificante queda aparte. Brahms en su Réquiem reza en voz baja las palabras que canta, las dice para la colectividad pero dirigiéndose a cada uno de quienes la forman.

Concierto homenaje a Severo Ochoa

Universidad Politécnica de Madrid. V Concierto homenaje al profesor Ochoa. María Bayo, soprano; Thomas Quasthoff, barítono. Coro y Orquesta de Valencia. Director, Helmut Rilling. Auditorio Nacional. Madrid, 21 de noviembre.

Cuando en el tercer número se alzó la voz del barítono Thomas Quasthoff para inquirir "Señor, déjame conocer mi final y la medida de mis días", un escalofrío se apoderó de todos, pues el extraordinario cantante, el músico sin más medida que la de la belleza, parecía esencializar la obra entera. Luego, en el número quinto, la soprano María Bayo vertió mucha luz en los pentagramas y el texto que juntan alegría y tristeza. Por su misma naturaleza no tiene esta música mucho que ver con la ópera de todos los días con la que triunfa en el mundo María Bayo y, quizá por ello, nuestra cantante semejaba un poco descolocada. Los conjuntos valencianos -orquesta y coro-, dirigidos por Helmut Rilling, mejor bachiano que brahmsiano, trabajaron muy bien hasta realizar esa maravillosa síntesis coral e instrumental lograda por Brahms y por momentos desplegada en contrapuntismo barroco.

Noche de emoción intensa para recordar a un hombre de alma cálida y vocación descubridora en los momentos de reposo que se concedía junto a la alta música. Incluso las palabras del rector de la Politécnica, Saturnino de la Plaza, o del presidente de la Fundación Carmen y Severo Ochoa, César Nombela, se ciñeron con autenticidad al tono que imponía el recuerdo de la persona y la persistencia de la expresión musical brahmsiana, cuyos acentos en el Réquiem sonaron por vez primera en Viena hace 130 años. El éxito, más que en los largos aplausos, residía en la conmoción general de la audiencia ante un arte cuyo misterio reside, paradójicamente, en su poder de iluminación.

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