La puta barata
Este soez perfil moral y laboral ("los guionistas sois putas baratas") no lo escupió un arriero en un teso de mulas o un chulo en su tugurio, sino un eminente productor de cine español para cortar en seco el intento de un joven guionista de lograr para una película que estaba construyendo, en la que llevaba enfrascado dos años y que entusiasmaba al ilustre, un precio no demasiado humillante. Ante tal argumento, a la puta barata se le encarecieron el hambre y el orgullo y dejó al productor sin película y sin otro diamante que añadir al único dedo vacante de su señora. Se largó con sus 100 folios al despacho de otro productor, apalabró su trabajo con un talón algo (no mucho) menos de pordiosero e hizo posible que un Jaguar rellenara el último hueco del garaje de éste.Así de sucias se las gastan a las putas baratas del cine español. Pero ¿quién es esta individua dentro de las jerarquías del negocio y la creación de cine? Steven Spielberg pidió solemnemente en una ceremonia de los Oscar a los jefazos de Hollywood que concedieran sin rechistar y con urgencia a las putas baratas californianas lo que reivindicaban en una huelga de piernas cerradas (léase de máquinas de escribir paradas), ya que de lo contrario a su industria sólo le quedaba echar el cierre. Y viene a cuento despertar otros dormidos argumentos de autoridad. Tres entre trescientos. William Goldman: "Escribir el guión es construir la película". Mankiewicz: "¿Qué es el guión dentro de la película? La película". John Ford: "Sólo hacen falta tres cosas para hacer una buena película: un buen guión, un buen guión y un buen guión". Akira Kurosawa: "Con un buen guión, un director del montón puede hacer una buena película; pero con un mal guión, ni el mejor director puede hacer una buena película". Así de simple: sin puta barata no hay película. Su trabajo es imprescindible, tal vez el único irreemplazable.
En España, todos los límites de la estupidez se han vulnerado para ignorar esta evidencia, y la puta barata se ha cabreado. Da indicios de sublevarse: ha decidido asociarse y abrir camino a aquella asustada advertencia de Spielberg que erizó los pelos en las calvas de los dueños de Hollywood; y exige que la llamen nada menos que DAMA. Y algunos de los integrantes de esta DAMA, con Manolo Matji y Agustín Díaz Yanes a la cabeza, han firmado un panfleto publicado en su Boletín por la Academia de Cine donde hacen preguntas como salivazos de luz: "Pero ¿qué derecho tienen los guionistas a reclamar más dinero por su trabajo? ¿Qué derecho tienen sobre la historia que inventaron, de la que salió una película que esta noche dan en varios canales aunque él no lo sepa? ¿Quiénes son ellos para reivindicar un puesto en la mesa donde se toman las decisiones y se reparte el dinero? ¿Quién les ha dicho que pueden llamarse autores? Han escrito la película, de acuerdo, pero ¿por qué tienen que saber cuánto pagan las televisiones por la emisión de su trabajo, qué derechos y qué dineros pagan todos los años cadenas, exhibidores, hoteles, bares, medios de transporte y fabricantes de vídeos? ¿Para qué quieren ese dinero, que es suyo, sí, pero que no sabrían gastarlo? ¿Quién ha visto a un guionista comprar un Jaguar? Nadie les discute que ellos tienen el derecho moral sobre la película, deberían sentirse orgullosos, el derecho moral suena bien, muy bien, aunque no dé una peseta. De acuerdo, son imprescindibles, pero están mal pagados, mal considerados, puteados, son el saco de todos los golpes. Así ha sido siempre y lo sabían cuando se metieron en este oficio. Pero les dan premios. Que se los den. Que se los den todos".
La mala uva, cuando cae hecha inteligencia, fertiliza el desierto. Éste es sólo el primer paso para abrir el brote de racionalidad que está necesitando a gritos el cine español para que de una vez por todas deje de ser el rancio y barato prostíbulo que fue y que todavía hay quien quiere que siga siendo.
Babelia
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