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Casi toda Europa desmantela las centrales

El anuncio de la coalición 'rojiverde' en Alemania aviva el debate en los países de la UE

Uno tras otro, los países europeos van renunciando a la energía nuclear, por lo menos en teoría. La formación en Alemania de una coalición de Gobierno entre socialdemócratas y verdes ha agudizado el debate en todo el Viejo Continente, incluida Francia.La coalición rojiverde en el poder en Bonn se ha comprometido a acabar con la energía nuclear, aunque sin dar plazos. Se suma así a países como Italia o Suecia -este último comprometido a través de un referéndum-, que han optado por prescindir de esa fuente de energía.

Suiza ha sido el primer país donde la decisión alemana ha tenido efectos. El Ejecutivo de Berna se ha comprometido a cerrar sus cinco centrales y hasta ha dado una fecha indicativa, el año 2025. Hasta en Francia, el país más nuclearizado de Europa, la iniciativa rojiverde ha tenido repercusiones. La única ministra ecologista, Dominique Voynet, se ha pronunciado por seguir el ejemplo de sus vecinos y sus palabras han tenido un eco inusual en ese templo nuclear que es el hexágono. Su colega de Economía, Dominique Strauss-Kahn, se ha apresurado en llevarle la contraria. Francia no va a eliminar, ni siquiera a largo plazo, sus centrales nucleares.

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Una de las primeras experiencias de cierre de una gran central nuclear es la que se está llevando a cabo en España con VandellósI. "Empezaron diciendo que el desmantelamiento costaría 35.000 millones y se fue pasando a 45.000, 75.000 y 100.000. Más de los que costó", señala Carlos Bravo, especialista de Geenpeace. Aunque la Empresa Nacional de Residuos (Enresa), responsable de la operación, asegura que el coste no rebasará los 45.000 millones, las estimaciones de la propia industria y del ministerio se acercan más a esos 100.000 millones que dice Bravo.

En cuanto a los residuos derivados del combustible gastado, de larga duración (miles de años) y alta actividad, de momento se guardan en piscinas situadas en las propias centrales nucleares, pero el destino definitivo que deberán tener permanece siendo objeto de controversia en todo el mundo. Entre las alternativas propuestas figuran la construcción de un almacén situado a gran profundidad y en estratos geológicamente estables, como granitos, minas de sal o arcillas, su almacenamiento en contenedores en seco en superficie, dentro de instalaciones controladas, que bien pudieran ser las propias centrales, o la posibilidad de transformarlos en procesos que los conviertan en residuos menos peligrosos y de menor vida media, pero su viabilidad técnica aún no ha sido probada.

Aun cuando se encuentre la solución adecuada, difícilmente se podrá garantizar su seguridad durante los miles de años que los residuos permanecerán activos. Y, en cualquier caso, resulta problemático plantearse un futuro crecimiento de la energía nuclear sin respuestas más claras al problema. Además, el coste de estas operaciones podría significar un encarecimiento imprevisible del kilovatio/ hora nuclear.

Sobre los propósitos de Alemania, Bravo, opina: "De momento, lo que hay es un proceso de negociación, y ya veremos en qué acaba". Para Bravo, lo que se ha hecho "es dar un año de plazo a las compañías para que planteen las compensaciones que desean negociar por el cierre. Si no lo hacen, pasado un año tendrán que cerrar sin compensaciones".

En España, por el contrario, la moratoria que a principios de los ochenta decretó el Gobierno socialista ha finalizado sin que apenas se haya dado publicidad al hecho. La liberalización del sector eléctrico, vigente desde el 1 de enero de este año, abre la posibilidad de que cualquier compañía eléctrica solicite las correspondientes autorizaciones para construir una nueva central nuclear, aunque de momento parece difícil que ninguna se lo plantee, dadas las reservas que suscitaría socialmente.

Donde el panorama es sustancialmente diferente es en Asia, donde las emergentes (pese a su reciente crisis) economías de algunos países han incrementado ya la demanda energética y han visto en las nucleares una posible solución, como ocurre con Corea, Taiwan o China.

El director general de laOIEA, Mohamed el Baradei, se muestra convencido de que la energía nuclear tiene futuro y asegura que no le extrañaría que al aparente declive actual le sucediera un renovado interés, especialmente cuando se vayan desarrollando las nuevas ideas que la industria nuclear investiga en torno a reactores más seguros y eficientes. Si ello fuera así, sería un error retroceder ahora en este campo para retomarlo más tarde, de acuerdo con un estudio realizado por la Agencia de Energía Nuclear.

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