Las maldiciones del arzobispo
La pasada semana, el presidente Flores traspasó a las Iglesias católica y protestante la administración de los albergues de damnificados, que acogen a casi un millón de personas. "Es un paso importante, dada la subcultura de la desconfianza que generó el Fifí", comenta Óscar Andrés Rodríguez, arzobispo de Tegucigalpa.El prelado, hombre por lo demás comedido, ha lanzado una maldición contra "todos aquellos que desvíen la ayuda". Ha llamado "basura" a los acaparadores. Y se ha rebelado contra el acoso periodístico. "Los reporteros no paran de preguntarme por la corrupción. ¿Cuál?, les pregunto. No hablemos del se dice. Dénme pruebas. Esos rumores nos hacen un daño espantoso, porque acaban con la solidaridad. Hay un verdadero interés por hacer las cosas bien".
Esa impresión se llevó el vicepresidente español, Francisco Álvarez Cascos, durante su reciente visita a Honduras con el príncipe Felipe. "Hay una conciencia general de que las experiencias del pasado no pueden volver a repertirse. Creo que los controles del Gobierno son lo suficientemente rigurosos como para desterrar cualquier hipótesis de manejos irregurales", declaró.
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