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A la búsqueda de vida en Marte, Titán y Europa

Los científicos ven indicios en algunos planetas de las condiciones que originaron a los seres vivos

Las estadísticas indican que debería existir alguna forma de vida más allá de la Tierra. Al menos eso opina un grupo cada vez más numeroso de científicos que en los últimos años han creído ver en algunos planetas indicios de las condiciones que habrían originado las primeras formas de vida. Los investigadores buscan en esos planetas compuestos orgánicos y agua, considerados los elementos esenciales sin los cuales no habría posibilidad alguna de vida. Los candidatos idóneos, según Kenneth Nealson y Christopher McKay, ambos implicados en proyectos financiados por la NASA, son Titán, Europa y Marte, dentro de nuestro Sistema Solar.Más allá nadie puede negar ni asegurar que exista alguna forma de vida, coincidieron los dos científicos en un encuentro celebrado recientemente en el Museo de la Ciencia de la Fundación La Caixa de Barcelona. Para Christopher McKay, investigador del Ames Researh Center de la NASA en California, las probabilidades de encontrar vida más allá de nuestro planeta son extraordinariamente altas. "Estoy seguro", afirma. Pero no hay pruebas, matiza inmediatamente; tan solo indicios, muchos de ellos en nuestro propio sistema solar. Marte, Titán y Europa, además de los cometas que periódicamente surcan el cielo reúnen, en su opinión, las condiciones que podrían desencadenar la aparición de alguna forma de vida.

Agua líquida

Estas condiciones se resumen, según Kenneth Nealson, del Jet Propulsion Lab de la NASA en Pasadena (California) en la presencia de "alguna forma de carbón orgánico", agua en estado líquido y un medio ambiente propicio. Marte podría ser, señalan los dos científicos, el lugar ideal para hallar vestigios de vida. McKay se atreve, incluso, a hablar de fósiles. "Hay pruebas de que en el pasado hubo agua líquida" en el planeta rojo en forma de ríos, lagos o mares. "Es casi seguro que encontraremos fósiles si buscamos en el lugar adecuado".El punto propuesto por el científico norteamericano, podría ser en "el cráter Gusev", una profunda hendidura de más de 100 kilómetros de diámetro que pudo estar ocupada por agua hace entre 3.000 y 4.000 millones de años. McKay sostiene que ese enorme lago interior es una zona sedimentación y que a unos pocos metros de profundidad, podrían estar localizados los fósiles marcianos.

"Parece evidente que no hay vida en la superficie de Marte", insiste, "pero no sabemos nada del subsuelo". En capas poco profundas, sugiere, podrían estar agazapadas formas simples de vida. ¿De qué estilo? "Se han encontrado organismos terrestres con un metabolismo absolutamente distinto del habitual", responde Nealson. En concreto, bacterias que utilizan metales en lugar de oxígeno como forma de obtener energía. La existencia de este tipo de bacterias, bautizadas con el nombre de Shewanella putrefaciens y que emplean manganeso y hierro como "mecanismo de respiración" demuestra, en opinión de Nealson, que el entorno juega un papel decisivo a la hora de resolver el crucigrama de la vida y que su resolución no depende de un modelo único. Nealson defiende que hay muchos lugares de nuestro sistema solar con condiciones para que se origine la vida: "Temperaturas elevadas, un núcleo geotérmico activo y agua". Este sería el caso de Marte hace unos 3.000 millones de años o de Europa, la luna de Júpiter donde se cree que podría existir un "océano global". La aportación de materia orgánica en esos planetas, indica, podría ser debida a la colisión con un cometa.

Ambos investigadores insisten en que cualquier forma de vida que "haya o hubiera habido" en nuestro sistema solar sería simple, sin demasiado grado de complejidad metabólica. McKay cree que estas formas podrían estar en los planetas próximos a la Tierra y que en ningún caso conformarían lo que se entiende como "vida inteligente".

Nealson considera que debiera entenderse como materia viva cualquier "tipo de estructura capaz de transformar la energía" que recibe del entorno y que disponga de algún mecanismo de autorreplicación. Se encontrarían en el subsuelo, entre las rocas o como parte de "líquidos y gases en suspensión". "Por lo que hemos aprendido de los organismos de la Tierra, basta con identificar qué formas alteran el equilibrio con su entorno", añade Nealson. Sólo de esa forma, concluye, "evitaremos que la vida pase por delante de nuestras narices sin dejarla escapar".

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