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EL FUTURO DEL AGUA EN ESPAÑA

El desarrollo de la España seca depende de los trasvases, según el Libro Blanco del Agua

El documento propone compensar económicamente a las comunidades que cedan sus recursos

Nada de ruptura con el pasado. Con lo único que rompe el Libro Blanco del Agua es con la política hidráulica del siglo XIX y las ideas de Joaquín Costa que pretendía redimir a España regando las tierras de secano, y de camino, con la propia política del PP cuando estaba en la oposición. La estrategia que resume las ideas del PP en el Gobierno para una nueva política del agua en España es casi idéntica a la que sostiene el PSOE, porque se basa en los mismos datos: las precipitaciones tienden a disminuir y los periodos de sequía se amplíanmientras las demandas crecen.El Libro Blanco del Agua será presentado por la ministra de Medio Ambiente en el Senado en cuanto el calendario de la Cámara le deje un hueco. El texto del borrador, al que muy escasas personas han tenido acceso y que todavía está sujeto a los últimos retoques, reúne un exhaustivo acopio de información y gráficos que van desde el clima al régimen de lluvias, la localización de las reservas de agua, las demandas, los diferentes precios de los abastecimientos o los fundamentos para una nueva política del agua.

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El libro rechaza uno de los elementos básicos del proyecto de Plan Hidrológico Nacional que defendió el PSOE, encaminado a conectar todas las cuencas como vasos comunicantes que trasladarían el agua de un lugar a otro y viceversa. "Esa opción es técnicamente injustificada, extremadamente onerosa y ambientalmente indeseable", se dice.

Sin embargo, el trasfondo del proyecto del PSOE se mantiene. Salvo la última sequía, apenas se han registrado novedades en un territorio en donde la cultura de este recurso, desde los tiempos de los romanos y de los árabes, es tan vieja como su propia historia. El Libro Blanco ridiculiza a quienes buscan fuera referencias de lo que hay que hacer, cuando son los extranjeros los que bucean en la dilatada experiencia española para encontrar soluciones a sus problemas del agua.

Excedentes y carencias

Los datos arrojan un mapa de zonas con superávit de agua, con tendencia al descenso demográfico, frente a las que registran un gran dinamismo económico y social, aunque carezcan de este recurso. La conclusión es clara: hay que llevar el agua desde las cuencas excedentarias a las deficitarias, mediante "un sistema de compensación". Ésta es la primera vez que se formula una contraprestación en un documento sobre planificación hidrológica.En este aspecto señala que "la importancia del debate sociopolítico obliga a tomar en consideración, además de los efectos económicos que las transferencias de agua a cuencas podrían producir, la propia noción de equidad, la obligación moral y constitucional de los poderes públicos de propiciar un equilibrio entre las regiones".

Más adelante precisa esa posición con la intención de soslayar los llamados "frentes del agua" que laten en el seno de todos los partidos políticos y las comunidades autónomas, a las que pretende dar mayor protagonismo en la toma de decisiones. Para ello se ampara en las competencias que la Constitución les atribuye en la ordenación del territorio y la gestión de los recursos naturales, entre los que el agua ocupa un preponderante papel.

Se abre la posibilidad de que las cuencas fluviales o los territorios que cedan agua perciban una compensación: "La legítima capacidad de estos entes territoriales para hacer valer sus intereses, cuando se trata de transferir recursos hidráulicos que pasan por su espacio administrativo a otro distinto, está fuera de toda duda. Entre las opciones que cabe considerar está la posibilidad de admitir compensaciones territoriales por la transferencia de recursos hídricos. Se trata de un asunto de gran importancia, no regulado jurídicamente, y que debe analizarse en el contexto de las condiciones y régimen económico de las transferencias de agua".

Hasta ahora, las regiones que se han negado en redondo a que otras reciban el agua que brota en su territorio o fluye por él nunca habían apelado a esta reivindicación. Siempre se han escudado en que, antes de ceder agua, necesariamente han de quedar cubiertas sus necesidades de futuro.

Ningún partido político ha escapado a la tentación de incluir en ese futuro la conversión en regadíos de tierras de secano, aun en los casos de que no exista sin ninguna posibilidad de rentabilizarlos, ni siquiera desde criterios sociales como el de evitar la despoblación del mundo rural. El atavismo regeneracionista continúa vigente entre muchos colectivos.

Invocar la solidaridad

Con sus más de 740 páginas plagadas de mapas y datos sobre el agua, su gestión y el incumplimiento de la legislación en materia hídrica, el Libro Blanco hace una pausa y aterriza filosóficamente sobre ese conflicto. Dice que no se puede invocar la "solidaridad" para convencer a las cuencas con excedentes de que cedan agua a las que carecen de ella.La solidaridad, afirma, es un valor de naturaleza individual, no colectivo. "Cuando se expresa colectivamente no es sino una agregación de valores individualizados y personales", como ha ocurrido con la respuesta de la sociedad española ante la catástrofe del Mitch en Centroamérica. "No es exigible a un territorio que sea solidario con otro. Es deseable que sus ciudadanos lo sean, pues, si es así, el tono moral de la sociedad permitirá plantear los problemas redistributivos -y en general cualesquiera otros- de forma responsable, madura y constructiva".

Según la dilatada experiencia histórica española en este campo, "en territorios de escasez jamás fue la solidaridad un motor de las aguas", recuerda el Libro Blanco. Por ello sugiere que "la vía más eficaz para superar -supuesto que ello sea posible- los problemas planteados y, para reconducir la discusión de la justicia hidráulica a un lugar donde puedan formularse acuerdos equitativos, consensos sociopolíticos y convergencia de intereses para indagar en mecanismos de compensación interterritorial".

Quienes busquen en este documento un puente hacia la privatización del agua o su libre comercio se equivocan. El Libro Blanco no se distancia del proyecto Pasa a la página siguiente Viene de la página anterior del Plan Hidrológico que diseñaron los socialistas en la anterior legislatura. Pese a ser escasa, el agua no es un recurso al que el libre mercado pueda añadir eficiencia en su uso o en la preservación del medio natural. Este punto de vista cercena la posible libertad de compraventa de concesiones de agua y frustra las expectativas despertadas inicialmente por el Gobierno del PP entre los defensores del libre mercado.

Los negociadores deberían estar identificados, estar en condiciones igualitarias de capacidad para negociar y los costes de transacción deben ser despreciables.

La suma de limitaciones es tan amplia que, "desde el más convencional análisis económico", se aprecian fallos del mercado que hacen que el empleo de este mecanismo económico para la gestión de los recursos naturales, y en concreto del agua, no proporcione soluciones eficientes ni socialmente óptimas.

La misma línea se invoca para justificar la gestión pública. "No hay razones que aconsejen la no intervención en el mundo del agua. No está garantizado que con la actuación libre de los mercados y los acuerdos libres entre los agentes interesados se alcancen óptimos sociales. Proponer la intervención pública no es una opción ideológica, sino una determinación que ha sido percibida como necesaria desde hace siglos en la historia hidráulica española".

La tendencia marcada por la Cumbre de Río y la directiva europea sobre la calidad del agua señalan un nuevo camino orientado a la preservación de este recurso natural para esta generación y las que vengan detrás. Aunque es cierto que apenas quedan valles o cerradas para construir nuevas infraestructuras hidráulicas, el Libro Blanco aboga por una reforma radical de los órganos de gestión -las Confederaciones Hidrográficas- e incorporar a sus plantillas gestores, economistas, biólogos y profesionales no vinculados a las obras.

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