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La Autónoma denuncia el fuerte impacto en las aulas de las nuevas rutas aéreas

Las nuevas rutas que toman los aviones al despegar desde la tercera pista del aeropuerto de Barajas, inaugurada el 5 de noviembre, se han convertido en un problema de carácter universitario. Además de afectar a distintos núcleos de población de la zona norte de la región, las aeronaves sobrevuelan ahora el campus de Cantoblanco, núcleo central de la Universidad Autónoma de Madrid, donde estudian cerca de 30.000 estudiantes, imparten clase 1.800 profesores y trabajan 750 encargados de administración y servicios. Hasta la apertura de la tercera pista, esta ciudad universitaria de 33.000 habitantes apenas elevaba la vista al cielo. Ahora, sin embargo, los aviones pasan cada cinco o seis minutos por encima de las cabezas de toda la comunidad educativa.El rector de la Autónoma, Raúl Villar, va a tomar cartas en el asunto. Varios de sus colaboradores llevaban algunos días reclamando su atención sobre el problema y ayer el tema salió a relucir, con toda su fuerza, en un encuentro informativo que Villar mantuvo con profesores y alumnos de la Facultad de Filosofía y Letras. En la agenda de la reunión estaban previstos otros asuntos internos, pero el problema de los aviones se convirtió en uno de los temas calientes del debate. Ante un centenar largo de asistentes, Villar asumió la gravedad del problema y prometió dirigirse al ministro de Fomento, Rafael Arias-Salgado, para que busque alguna solución.

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Poco más tarde, la máxima autoridad académica de la Autónoma refrendó a este diario sus primeras impresiones. "Creo que la situación en la que nos encontramos no es admisible", recalcó: "Me parece muy bien que las autoridades se preocupen por que Madrid cuente con un buen aeropuerto, pero ese avance no se puede realizar a costa de perturbar la actividad académica".

A partir de ahora, la junta de gobierno de la Autónoma, un centro con 26 años de historia a sus espaldas, adoptará una actitud beligerante con los responsables de navegación aérea. El rector se mostró dispuesto a coordinarse con los alcaldes de la zona que ya han expresado su disgusto con las nuevas rutas. "A fin de cuentas, nosotros también somos un núcleo de población, y no pequeño", apuntó Villar.

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Sin aviso previo

AENA considera mínimo el impacto, pues los aviones sobrevuelan el campus a mucha altura

El rector consideró inviable el total aislamiento acústico del campus, pero reconoció que la situación actual es "grave" y "molesta". Además, a Raúl Villar le resulta difícil de comprender que ningún responsable de navegación aérea se pusiera en contacto con él antes de la entrada en funcionamiento de la tercera pista para alertarle del problema que se avecinaba. "Ahora nos encontramos con que los aviones nos alteran el ritmo docente, cortan el hilo del aprendizaje y dificultan de forma extraordinaria el estudio en las bibliotecas", enumeró el rector.Parecida impresión tienen los representantes de las asociaciones estudiantiles de la Autónoma. "Durante las clases padecemos un ruido estruendoso", relató Nacho, estudiante de derecho. Una representante de la asociación Manuela Malasaña, en la Facultad de Ciencias, añadió: "Eso de que el profesor esté explicando y tenga que parar a esperar que pase el avión ya nos ha sucedido bastantes veces. Pensábamos que era un problema circunstancial, pero ya veo que no".

Las quejas de la comunidad universitaria madrileña pillaron ayer por sorpresa a Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (AENA), la empresa estatal que gestiona el funcionamiento de todos los aeródromos del país. Un portavoz se comprometió a facilitar hoy datos concretos sobre la altura a la que vuelan los aviones sobre el campus universitario, pero ayer se aventuró a señalar que esa altura era "considerable". "El campus de Cantoblanco se encuentra a unos diez kilómetros de la cabecera de la tercera pista. Cuando los aviones alcanzan ese punto ya se han elevado bastante", agregó.

La ruta que afecta a la Universidad Autónoma es la de orientación oeste. Desde que los despegues se realizan desde la tercera pista (todos, salvo que cambie el viento), el 55% de las aeronaves enfila hacia el norte, y el 45% restante, hacia el occidente. A lo largo del día levantan el vuelo en Barajas unos 400 aparatos, lo que quiere decir que 180 de ellos circulan en dirección oeste. Entre los que se desvían algunos grados de la ruta principal y los que circulan por la noche puede calcularse que son entre 10 y 12 los aeroplanos que pasan por encima de profesores y alumnos cada hora lectiva. O lo que es lo mismo: un avión cada cinco o seis minutos.

El ruido que sufran los estudiantes depende de la altura que alcancen estos aparatos. Los más ligeros pueden ascender hasta los 1.500 metros de altura en seis kilómetros desde el despegue. Pero los más pesados, como los jumbos, apenas sobrevuelan a 600 metros en ese mismo margen.

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