_
_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Menos cinco en Irak

Si no se produce un gesto de Sadam Husein en el último minuto, Irak parece abocado a un inminente bombardeo por las fuerzas estadounidenses concentradas en el Golfo. En febrero pasado -la última vez que el dictador iraquí coqueteó con el abismo desafiando sus compromisos de desarme con las Naciones Unidas- Washington había amasado tropas durante semanas, sus estados mayores político y militar debatieron interminables opciones, se sucedieron las iniciativas diplomáticas y finalmente prevaleció la cordura tras la intervención in extremis del secretario general de la ONU.Todo ha cambiado ahora, cuando Sadam tienta su suerte por tercera vez este año. Tras dos resoluciones de condena del Consejo de Seguridad, un Clinton reforzado por los resultados de las recientes elecciones parlamentarias no parece dispuesto a esperar. La Casa Blanca ha prescindido de la opinión pública en apoyo de su opción armada y ha evitado impulsar compromisos de última hora con el líder iraquí. Incluso las voces más reacias en el Consejo (Rusia, China, Francia) parecen aceptar con sordina lo inevitable. Doce días después de que Bagdad decidiera romper su cooperación con el equipo de la ONU que fiscaliza la eliminación de sus armas de destrucción masiva, el escenario está listo para un ataque: en el Golfo hay ya 173 cazabombarderos americanos (más 24 británicos) y otros 129 esperan órdenes; 8 de sus 23 barcos de guerra en la zona llevan misiles Tomahawk. Suben el dólar y el petróleo.

Tras su derrota en la guerra del Golfo, Bagdad se plegó ante la ONU a identificar y destruir sus arsenales no convencionales (biológicos, químicos) y cualquier proyecto nuclear. Sadam Husein, un acreditado peligro para su pueblo y para los países vecinos, nunca ha cumplido lo pactado, y en su lugar se ha dedicado a un juego del ratón y el gato que le ha llevado varias veces al borde del precipicio, estrategia idéntica a la practicada en Europa por Slobodan Milosevic. Al contrario de lo que pensaban EEUU y sus aliados, ocho años de sanciones -centradas en un embargo estricto sobre las exportaciones de petróleo- no han debilitado sustancialmente la dictadura, basada en una mezcla de terror y clientelismo político. Los iraquíes, sin embargo, han pagado un altísimo precio en términos de miseria, dignidad y enfermedades.

Con su decisión de atacar, aparentemente tomada ya, Washington parece haber renunciado definitivamente al cumplimiento del programa de fiscalización de los arsenales iraquíes. Una sostenida política de inspecciones y sanciones no ha evitado a la postre una cadena de crisis. Los expertos internacionales que acaban de abandonar Irak han descartado, tras años de trabajo, la capacidad de Sadam para desatar una guerra nuclear o química. Pero la operatividad de sus arsenales biológicos es un enigma. Y entre los planificadores militares estadounidenses hay un extendido escepticismo sobre la eficacia de un ataque aéreo -incluso intenso y duradero, como se planea- para acabar con un armamento tan letal en sus efectos como fácil de ocultar.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

En unas circunstancias en las que pueden morir miles de inocentes en un país pobre y roto, a EEUU, única superpotencia del planeta, hay que exigirle no sólo una táctica, sino también una estrategia. El último envite del déspota iraquí sólo puede estar inspirado por su convicción de que un eventual ataque contra Irak le granjeará simpatías en Europa y en el mundo árabe y debilitará aún más el mantenimiento del embargo. Sadam juega la baza de que la comunidad internacional sigue ignorando cómo lidiar con él ocho años después de la guerra del Golfo. Clinton y sus aliados deben saber al menos qué hacer con Sadam el día siguiente al bombardeo.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_