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España dejó de ser el pasado año el país de la UE con menor presión fiscal, según la OCDE

España perdió el pasado año el último puesto en el nivel de presión fiscal que mantenía en relación a los demás países de la Unión Europea. Según datos de la OCDE, que compara el nivel de ingresos públicos -impuestos y cotizaciones sociales en relación con el PIB - entre los 29 países del área, la presión fiscal española supuso en 1997 el 35,3% del PIB, 1,6 puntos más que en 1996. Este incremento ha sido sólo superado por Turquía e Italia. Respecto a la UE, España adelanta a Portugal (34,5%) e Irlanda (34,8%) e iguala la presión fiscal del Reino Unido.

La presión fiscal es el resultado de medir el peso de los ingresos, tanto por impuestos como por cotizaciones sociales, en relación al producto interior bruto (PIB). A estos efectos se cuenta la recaudación obtenida por el Estado, la Seguridad Social, las comunidades autónomas y los ayuntamientos. Se trata, en definitiva, de conocer qué parte de la riqueza nacional se destina a mantener el gasto público.La forma de calcular la presión fiscal varía según los organismos internacionales que elaboran esta estadística. La OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) tiene en cuenta los ingresos que efectivamente se han producido (criterio de caja), mientras que Eurostat, la oficina estadística de la UE, la calcula en base a los derechos de cobro, independientemente de que éste se haya producido (criterio de devengo).

El criterio de caja viene a ser más exacto, ya que el de devengo permite "inflar" las cifras en base a actas de la inspección fiscal que se encuentran recurridas ante los tribunales y cuyo futuro es más que dudoso. En 1997, por ejemplo, el Estado dejó pendiente de cobro algo más de un billón de pesetas.

La última estadística conocida es la de la OCDE, que, con el criterio de caja, señala para España una presión fiscal del 35,3% del PIB en 1997. De cada 100 pesetas de riqueza generada, 35,3 se volcaron en impuestos y cotizaciones sociales, lo que supone 1,6 puntos de PIB más que el año anterior. En los dos primeros años de gobierno del PP se incumple así la promesa electoral de reducir la presión fiscal.

El aumento de la presión responde sobre todo a que la recuperación económica se ha traducido en un crecimiento del empleo del 2,9% y al consiguiente aumento de los ingresos por cotizaciones sociales, que suponen la tercera parte de los recursos públicos totales. También se ha producido un aumento de los pagos a cuenta del impuesto de sociedades que ha compensado la pérdida de peso del impuesto sobre la renta en relación al PIB. En ello ha influido el nuevo tratamiento fiscal de las plusvalías, que hizo descender un 15,5% los ingresos por retenciones del capital, y la mayor celeridad en las devoluciones de renta.

En conjunto, España pierde el último puesto que la OCDE le daba en 1996 en relación a los demás países de la UE. En 1996, la presión fiscal española se situó en el 33,7% del PIB, porcentaje que compartió con Irlanda. En 1997, España registra una presión fiscal superior a la de Portugal (34,5% del PIB) e Irlanda (34,8%) e iguala la del Reino Unido (35,3%).

El crecimiento de 1,6 puntos de PIB en la presión fiscal española es el mayor de los registrados desde 1989. Respecto al conjunto de países de la OCDE es el incremento más alto en un año, con la excepción de Turquía e Italia, que avanzan 2,3 y 1,7 puntos, respectivamente. Supone, para España, romper la tendencia a la desaceleración que mantuvo entre 1993 y 1996, periodo en que se redujo 1,9 puntos del PIB.

Pese a ello, la presión fiscal española se ha situado en 1996 por debajo de la media no ponderada de los 29 países de la OCDE (37,7% del PIB) y de los 15 países de la UE (42,4% del PIB). La OCDE no ofrece en su último informe los índices medios correspondientes a 1997, ya que no todos los países han proporcionado aún sus datos relativos al pasado año.

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