Los partidos chilenos negocian una salida que garantice la retirada del senador vitalicio
Ante el probable regreso a Chile del ex general Augusto Pinochet, dirigentes de todo el espectro político buscan una vía que permita la retirada de la vida pública del hoy senador vitalicio. Una de las alternativas que se barajan es un proyecto de reforma constitucional, presentado por el presidente del Senado, Andrés Zaldívar (democristiano), que permita la dimisión de los parlamentarios y, por consiguiente, la del senador vitalicio. La Carta Magna no contempla hasta ahora esta posibilidad. El problema para los que buscan deshacerse de Pinochet es llevarlo a cabo de manera honrosa
Desde el ministro de Exteriores, José Miguel Insulza (socialista), que ha afirmado categóricamente que "Pinochet debió haber resuelto su retiro por allá en 1989", hasta Joaquín Lavín, candidato presidencial de la derecha pinochetista, que ha pedido "un gesto de grandeza" al exdictador, la opinión mayoritaria en Chile es que el hombre más poderoso de los últimos 25 años no tiene cabida en el futuro político del país."La única contribución positiva que podría hacer Pinochet es retirarse totalmente de la vida activa. Limpiaría bastante el aire", sostiene el senador Edgardo Boeninger, demócratacristiano, antiguo rector de la Universidad de Chile, exministro y uno de los principales negociadores de la transición.
La dimisión de su escaño de senador vitalicio, tras una eventual reforma constitucional, es altamente improbable. Pinochet perdería la inmunidad parlamentaria y allanaría el camino de una ofensiva judicial en su contra. "Con la cantidad de querellas presentadas y las que caerán en el futuro, no veo cómo, en su sano juicio, podría renunciar al fuero", dice el senador Boeninger.
Higiene política
La retirada de Pinochet es una necesidad de higiene política, coinciden numerosas opiniones. Otra cuestión muy distinta es materializarla. Para ello, si no pudiera dimitir, sólo le quedaría la alternativa de no comparecer en las sesiones que se llevan a cabo en la Cámara alta.Su ausencia total sería bochornosa y difícil de justificar ante quienes le recordarían los ingresos de casi dos millones de pesetas mensuales como senador. "Lo más factible es una retirada más simbólica, apareciendo de vez en cuando en el hemiciclo, pero sin hablar. Que se quede callado y lo podamos ignorar".
Boeninger recuerda que desde que asumió su nuevo cargo, Pinochet ha asistido a una de cada dos sesiones del Senado, como promedio, y sus intervenciones han sido escasas. Es miembro, por imperativo parlamentario, de la Comisión de Defensa, pero tampoco allí ha dejado su impronta.
El otro eje de la estrategia del Gobierno chileno y de sectores de la oposición de derecha ante un retorno de Augusto Pinochet es dar una salida, también honrosa y probablemente de contenido simbólico, a la cuestión de los derechos humanos. En concreto, el paradero de los más de 3.000 casos de detenidos-desaparecidos durante la dictadura.
Existe un proyecto de comisión, que encabezaría el arzobispo de Santiago, Francisco Javier Errázuriz, que incluiría a representantes de amplios sectores sociales chilenos con el objetivo de recabar información sobre las personas desaparecidas durante el régimen que encabezó Pinochet.
La actual cúpula de las Fuerzas Armadas, con el comandante en jefe del Ejército, Ricardo Izurieta, a la cabeza, aceptaría antes una fórmula de estas características que cualquier intento de derogar la ley de amnistía que tendría como consecuencia el enjuiciamiento de los responsables de los crímenes, según estiman fuentes cercanas a los medios militares. En otras palabras, antes verdad que justicia.
Tenerlo todo
El exgeneral Luis Cortés Villa, director de la Fundación Augusto Pinochet, dijo el miércoles por la noche en una entrevista por televisión, que los familiares de las víctimas no pueden pretender las dos cosas al mismo tiempo: conocer el paradero de los desaparecidos y determinar quiénes fueron los culpables.A la espera del veredicto de la Cámara de los Lores británica, los familiares de los desaparecidos y los seguidores del exgeneral llevan a cabo en Santiago desde el miércoles sendas vigilias con objetivos diametralmente opuestos.
Mientras los primeros consideran que merece la pena pasar sin sueño una y cuantas noches sea menester "para que la humanidad duerma tranquila", los nostálgicos del régimen militar se concentraron con los ánimos encendidos frente a retratos y figuras del dictador. Los más ardientes aprovecharon la ocasión para quemar algunas banderas españolas y británicas.
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