Las torres Trade celebran su 30º aniversario con actos abiertos a los ciudadanos
Las cuatro torres que componen los edificios Trade, en la Gran Via de Carles III de Barcelona, cumplen 30 años. A finales de los sesenta, construir cuatro grandes torres destinadas a oficinas en una Diagonal prácticamente desierta -a la altura de la plaza de la Reina Maria Cristina- era casi una aventura. Para Vicenç Menéndez, actual presidente de la comunidad de propietarios de los edificios, en los que tienen despacho más de 100 empresas, el proyecto fue entonces "pionero". Del lunes al miércoles de la semana próxima, las también llamadas torres negras celebran su trigésimo aniversario, y lo hacen con actos abiertos a los ciudadanos, como una exposición de pintura, un concurso de pintura rápida con acuarela y actuaciones. El conjunto es obra del arquitecto Josep Antoni Coderch de Sentmenat y en la época constituyó uno de los edificios más singulares, sobre todo por su estructura: cuatro torres con perfiles curvos y una superficie exterior totalmente acristalada. Los edificios Trade se construyeron en la época de las transformaciones urbanísticas de la Barcelona de los años sesenta, con José María Porcioles como alcalde, y dentro de lo que entonces se llamó Plan Parcial de Ordenación de la Zona Norte de la Avenida del Generalísimo Franco. Hasta ese momento, el paisaje de la zona era el del núcleo histórico del barrio de Les Corts. Concretamente, tres masías ocupaban los terrenos donde se alzaron las torres negras, según explica un libro editado con motivo de la celebración del 30º aniversario. Al tiempo de la construcción de las torres, en 1969, el Ayuntamiento aprobó la construcción del cinturón de ronda. El diseño del proyecto fue encargado al arquitecto Coderch por ser considerado uno de los más importantes e innovadores de la época. Después de varios bocetos, en los que se trabajó la idea inicial de construir tres torres pero mucho más altas, finalmente se optó por levantar cuatro, dos de nueve plantas y otras dos de 10, las cuatro con fachadas iguales de grandes cristaleras de forma rectangular. El objetivo: que todos los espacios interiores de las oficinas tuvieran luz natural. Una de las singularidades del conjunto fue un lago artificial situado por encima de la pimera planta que fue suprimido hace unos años por problemas de filtraciones de agua. Las obras se iniciaron en 1966 y el 24 de septiembre de 1968 se acabó la primera torre, la del oeste, la más cercana a la Gran Via de Carles III. En 1970 se acabó la torre norte, y en 1971, las situadas al sur y el este. La campaña de promoción del edificio decía: "Una buena inversión con visión de futuro". El hecho es que las oficinas se fueron vendiendo a buen ritmo desde su construcción. Y el nivel de ocupación de los despachos siempre se ha mantenido alto, según indicó ayer el presidente de la comunidad del edificio, Vicenç Menéndez.
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