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Una cantera de guarnicioneros

Los alumnos de la Universidad Popular de Dos Hermanas (Sevilla) decidieron que este año el centro incorporara una clase de guarnicionería, oficio tradicional de la ciudad que consiste en trabajar artesanalmente el cuero. Las piezas resultantes de tanta puntada, paciencia y maña, son los complementos primorosos con que adornan los caballistas su indumentaria. Una encuesta entre los participantes de esta escuela taller nazarena decidió que había que recuperar esta tradición. Y así se lo propusieron a un maestro guarnicionero que se mostró encantado con impartir las clases porque es un "enamorado del oficio", que heredó de su padre y de su abuelo. De las manos de Enrique Cabezas surgen polainas, zahones, y botas de montar para los rocieros andaluces y de otros sitios del mundo. Cabezas recibe encargos a medida de Francia, Estados Unidos, y de esa forma puede decir a sus 53 años que lleva "comiendo de eso toda la vida". Ahora comparte unas horas a la semana con los 15 alumnos del taller para enseñarles las primeras nociones de guarnicionería a los que, en un futuro, pueden convertirse en la competencia de su negocio. Pero la mayoría de los alumnos del taller, instalado en el antiguo cuartel de la Guardia Civil de Dos Hermanas, no ha pagado las 7.000 pesetas que cuesta el trimestre de este curso para asegurarse una posibilidad de autoempleo sino para matar el tiempo los que están en paro, por afición otros, y por aprender algo nuevo los demás. En el primer grupo está José Reina, que para tapar el hueco que le deja el desempleo se ha apuntado al taller. Por temporadas trabaja envasando aceite y ahora se dedica a balbucear con la aguja y el cabo sobre retales de cuero. También Elisa Alanís, de 22 años, da sus primeras puntadas. Es la única chica del grupo. Ella cree que es un trabajo duro para el que se necesita "tener fuerza". A su lado está su marido, Valeriano Valverde, que trabaja con su padre en una zapatería y está más acostumbrado a este oficio. Aunque los talleres que se imparten en esta Universidad Popular, subvencionada por la Delegación de Educación del Ayuntamiento, no se consideran enseñanzas regladas, tienen prácticamente un carácter de formación profesional ocupacional, porque en el futuro estos conocimientos pueden servir para montar pequeñas empresas. "Sé que esto de la guarnicionería tiene futuro", dice Valverde, consciente de la cada vez mayor afición a los caballos. En la Universidad Popular de Dos Hermanas se imparten muchas otras clases. Comenzó a funcionar en el 92 y la oferta ha ido creciendo siempre atenta a la demanda de los estudiantes que este año ya pueden obtener un diploma en Informática, inglés, dibujo, pintura, fotografía, mecánica del motor, estética, corte y confección o prepararse el curso de acceso a la universidad. No dan abasto. Para algunas de estas clases, hay lista de espera por si sobraran plazas. La Popular hace un seguimiento de los alumnos que superan el curso de acceso para mayores de 25. "Todos siguen sus estudios, ninguno ha abandonado", explica María José Cardona, una de las profesoras. Este año, además de la guarnicionería se ha incorporado un taller de labores de aguja. "El boca a boca funciona muy bien y algunos talleres empiezan con pocos alumnos y luego se van llenando", dice Cardona. "Lo importante es que salgan de sus casas y participen, que hagan cosas". Lo mismo piensan los alumnos. "En Andalucía, con cartel, sólo hay tres o cuatro guarnicioneros y es una pena que quedemos tan pocos", explica Enrique Cabezas. ¿Y en Ubrique? "Lo de Ubrique es distinto, eso es industrial", sentencia el guarnicionero mientras ayuda a sus alumnos a pespuntear el cuero. Con un maestro como él, es difícil dejar un cabo suelto.

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