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El partido de Mandela está hecho añicos tras las conclusiones de la Comisión de la Verdad

Varios dirigentes del CNA se enfrentan a Thabo Mbeki, el autoritario sucesor del presidente

La gran autoridad moral que obtuvo, ante el mundo entero, el Congreso Nacional Africano (CNA) de Nelson Mandela durante su larga lucha contra el apartheid está hecha añicos y el propio Partido se encuentra desgarrado, después de los acontecimientos que han rodeado esta semana la publicación del informe de la Comisión de la Verdad en Suráfrica. El presidente Mandela y varios dirigentes del CNA están enfrentados a su sucesor, Thabo Mbeki, cuyos hábitos autocráticos han creado una ansiedad generalizada respecto al futuro de la nueva democracia cuando Mandela se vaya.

El miércoles por la tarde, el vicepresidente Mbeki, que ejercía las funciones de presidente del CNA, decidió presentar una querella legal contra el informe de la Comisión. Furioso porque se responsabiliza al CNA de una serie de atrocidades cometidas contra los derechos humanos en años recientes -si bien la gran mayoría de los crímenes se atribuye al antiguo gobierno blanco-, Mbeki apeló ante los tribunales para que impidieran la publicación del informe, prevista el jueves.Mbeki consultó sólo con otros cuatro dirigentes del partido, según refieren varios miembros indignados del CNA. Aún peor, Mbeki pasó por alto las protestas de Mandela, que insistió en que se publicara el informe después de que el arzobispo Desmond Tutu, presidente de la Comisión, se lo entregara en una ceremonia celebrada en Pretoria el jueves a mediodía.

De acuerdo con un estrecho colaborador de Mandela, al que citaba ayer el Star de Johannesburgo, Mbeki se limitó a hacer caso omiso de Mandela. "La decisión la tomó Thabo Mbeki, como jefe del CNA -explicaba-. Mandela dio su opinión, pero fue ignorada". La apuesta de Mbeki fracasó. A las cinco de la mañana del jueves, un juez decidió que la solicitud del CNA no era constitucional y la ceremonia se celebró como estaba previsto.

Antes de dicha ceremonia, Tutu, indignado, visitó a Mandela en Pretoria. La noche anterior había declarado que estaba "desolado" por la reacción de la organización política que había apoyado toda su vida. El arzobispo llegó a su cita con Mandela lleno de rabia, pero salió sonriente y afirmó que el presidente le había tranquilizado.

Al recibir el informe en la ceremonia del jueves, Mandela dejó bien claro a Tutu que lo aceptaba en su totalidad. Al terminar el acto, ambos bailaron juntos en el estrado, un gesto típicamente africano de reconciliación. Mbeki, que presenciaba el desarrollo de la ceremonia, se sintió tan indignado como lo había estado Tutu previamente. El informe, afirmó, era "erróneo, erróneo e insensato".

Fue una expresión curiosa, no sólo porque hace mucho tiempo que los casos aislados de asesinato, tortura y terrorismo atribuidos a los mandos militares del CNA son de conocimiento público, sino también porque fue el propio CNA el que aprobó la ley que permitió la Comisión.

Muchos dirigentes del CNA también lo consideraron curioso. Durante todo el jueves y el viernes, miembros de la ejecutiva nacional de la organización llamaron a la Comisión para expresar su pesar por el estúpido intento de utilizar una triquiñuela legal. Todo está dispuesto, por consiguiente, para una feroz batalla política cuyo resultado quizá sea crítico para saber si Suráfrica puede consolidar su nueva democracia o desciende al caos tiránico que existe en África.

Tutu parece estar decidido a influir con su autoridad moral. "Yo no luché contra quienes se creían Dios para reemplazarlos por otros iguales", afirmó. "Los oprimidos de ayer podrían ser los opresores de mañana". Fue una llamada que podría interpretarse, sin duda, como un estímulo para que Mandela y otros declaren la guerra contra Mbeki y su conciliábulo. Al arzobispo no le faltarán partidarios. Mbeki no sólo es muy inferior a Mandela en seriedad, dignidad y encanto, sino que es evidente que carece de la integridad del actual presidente surafricano.

Está rodeado de aduladores, promueve a la gente a puestos de gran responsabilidad por su lealtad hacia él, más que por la competencia demostrada, y se sabe que ha dado puñaladas en la espalda a varios dirigentes del CNA porque creía que representaban un reto a su hegemonía.

Siempre ha sido, hasta ahora, un astuto manipulador político, pero la torpeza cometida esta semana ha dejado al descubierto su punto débil: el aspecto moral. Para que el CNA recupere su prestigio, declararon ayer varios miembros de la organización, Mbeki va a tener que irse. Lo más probable es que no lo haga, porque la maquinaria política del CNA está en sus manos. En todo caso, lo que empieza ahora es el combate por el alma del CNA y el futuro de Suráfrica.

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