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Después del baile

Aunque a Mandela le molesta profundamente, seguro que el expresidente F. W. De Klerk se las ha arreglado para ocultar su responsabilidad histórica por los crímenes del apartheid. Pero mucho más le van a preocupar las repercusiones políticas que puede tener el hecho de que la comisión haya exigido el procesamiento de su ex esposa, de Botha y Buthelezi.La jerarquía del CNA detesta a Winnie Mandela, pero ella, una populista al estilo de Evita, disfruta de enormes apoyos entre los sectores más pobres de la sociedad negra. Botha sigue siendo una figura venerada entre los sectores derechistas de la población blanca. Y Buthelezi -tal vez el mayor quebradero de cabeza político de Mandela- es un individuo que, en el pasado, ha demostrado su capacidad de incitar la sed de sangre de sus partidarios zulúes.

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Aun así, Mandela manifestó ayer estar "convencido" de que el informe "había ayudado a construir el edificio de la reconciliación". Cuando concluyó su discurso, Mandela condujo al arzobispo Desmond Tutu a disfrutar de un alegre baile. Pero, tras el baile, Mandela habrá tenido que reflexionar acerca de la cruda realidad de que, si el edificio de la reconciliación no se lleva la inestabilidad política, podría resultar que, finalmente, una amnistía general no dejaría de ser, al fin y al cabo, un mal necesario.

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