Circuitos que se construyen solos
La treintena de físicos reunidos en el simposio sobre nanociencia se han admirado los trabajos unos a otros. Se presentaron nanocables de grosor récord, formados a base de acercar una punta muy afilada a un metal y tirar lentamente (a una escala de 10 nanometros se ve que el metal se comporta como un chicle y crea un túnel por el que pueden pasar los electrones sin chocar con nada y, por tanto, sin perder ni un ápice de su energía). También se demostró el grado de control que puede alcanzarse sobre la materia explicando cómo hacer que un único átomo se ilumine: se le ceden electrones mediante la punta del microscopio y el átomo pierde energía emitiendo luz. Y, para rizar el rizo, se mostraron imágenes no ya de los átomos, sino de la punta del microscopio de efecto túnel acercándose a éstos... vista por otro microscopio.
Pero para Masakazu Aono, de la Universidad de Osaka y coorganizador japonés del encuentro, la técnica más prometedora, o al menos la que puede resolver uno de los problemas clave de los nanotecnólogos, es la autoorganización: superficies o incluso circuitos que literalmente se construyen solos. "Ahora podemos mover átomos de un lado a otro y así podremos fabricar chips más pequeños. El problema es que se tardaría demasiado en construir chips a base de colocar los átomos uno a uno con la punta del microscopio. La solución es la autoorganización", dice Aono.
La idea es que las distintas capas del circuito van creciendo por sí mismas porque en la placa base, por ejemplo de silicio, se han grabado con moléculas los caminos del circuito integrado, moléculas diseñadas adrede para que por un extremo se adhieran al silicio y por el otro se ensamblen automáticamente con las de la siguente capa del circuito. Aunque aún no se fabrican chips así, sí hay ejemplos de esta técnica cercanos al mercado: superficies que reaccionan a la luz o que detectan la contaminación.
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