Corman: "Hollywood no lo pone fácil a los cineastas independientes"
Hace años que sus gloriosas adaptaciones de Edgar Allan Poe con Vincent Price y Peter Lorre han quedado atrás, pero Roger Corman, superviviente nato, no se arredra ante el presente: "La verdad es que Hollywood no se lo pone fácil hoy día a los cineastas independientes, pero yo sigo a lo mío. Sé lo que es trabajar para un gran estudio: hay demasiada gente, aparte del director, que se empeña en opinar. Así que prefiero quedarme en mi rincón haciendo mis cosas", dijo ayer en Sitges.
Roger Corman es una leyenda viviente, pero como últimamente sus productos llegan, si es que hay suerte, al vÍdeoclub de la esquina, es lícito preguntarse a qué se dedica: "Ando metido en una serie de televisión titulada Black Scorpion, que narra las aventuras de una especie de James Bond femenino. Ha habido que echarle narices porque la serie ni es un encargo de nadie ni está vendida a ninguna cadena. Siempre me ha gustado el juego, y la verdad es que ésta es la jugada más arriesgada de mi vida. Pero la industria es así: hay que correr riesgos". Roger Corman es famoso, entre otras cosas, por haber dado su primera oportunidad a luminarias de la cinematografía mundial como Francis Coppola o Martin Scorsese, pero esa oportunidad no se la ha dado nunca a sí mismo: "Estoy muy orgulloso de mis discípulos. ¿Sabía usted que James Cameron también empezó trabajando para mí como diseñador de maquetas? Ahora es una estrella que trabaja con presupuestos holgadísimos. Y además es de los pocos que los saben utilizar para lo que sirven, para ponerlos al servicio de una buena historia".
Atrás quedan los tiempos en los que Corman podía contar con gente como Vincent Price o Peter Lorre, tiempos que el cineasta recuerda con cierta nostalgia: "Echo mucho de menos a Vincent Price. Era un caballero y un tipo muy inteligente que siempre aportaba nueva información sobre el personaje que tenía que interpretar". Pero Roger Corman sigue en la brecha y asegura que su factoría sigue produciendo genios en potencia.
Con su aspecto de agente de seguros, Roger Corman muestra una jovialidad inusual en alguien que lleva tanto tiempo metido en la industria del espectáculo. A diferencia de Rod Steiger, que dejó colgada a la organización, deambula por el hotel Gran Sitges como un hombre dispuesto a atender todos esos compromisos que desemboquen en una venta.
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