Ciencia española sobre cáncer
Los científicos españoles dedicados a la investigación del cáncer gozan de un gran reconocimiento internacional. Joan Massagué, Mariano Barbacid, Manuel Serrano, Vicente Notario, María Antonia Blasco, Ángel Pellicer o Xosé Bustelo son algunos de ellos y los descubrimientos que han realizado con sus equipos están a la cabeza de la ciencia mundial. El VI Simposio sobre Oncogenes, celebrado los pasados días 5 y 6 de octubre en la Fundación Ramón Areces de Madrid, lo puso de manifiesto.Está reunión tuvo una característica casi imposible de encontrar en cualquier otro campo de la investigación: su categoría científica fue de primerísima línea, y a pesar de ello, el idioma utilizado en el simposio fue el castellano. Todos los ponentes eran españoles, excepto el argentino Silvio Gutkind. Pero no todos ellos desarrollan su labor en España. Massagué, Rodrigo Bravo, Pellicer, Carlos Cordón-Cardó, Notario y Bustelo trabajan en los principales centros de investigación oncológica de EEUU. La creación en España del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas trajo de vuelta a Barbacid hace sólo unos meses, y Serrano y Blasco se han reincorporado a centros de investigación españoles también recientemente. Otros reciben diferentes ofertas que pretenden su vuelta. Juan Carlos Lacal, presidente de la Asociación Española de Investigación sobre el Cáncer y organizador del simposio, comenta: "Los medios de los que disponemos son insuficientes para alcanzar el mismo nivel de competitividad que ellos encuentran en los centros en los que investigan. Por ejemplo, es impensable que Massagué pudiera hacer aquí el mismo trabajo que está realizando en EEUU porque requiere unos recursos extraordinarios".
El trabajo de estos científicos consiste en intentar comprender los diferentes aspectos de la regulación celular en los que participan los genes relacionados con el cáncer: oncogenes y genes supresores. "La diferencia entre una célula normal y un célula cancerígena", explica Lacal, "es que esta última o bien pierde el control de lo que podríamos llamar el acelerador a causa de la activación de oncogenes, o bien pierde el control del freno cuando dejan de actuar los genes supresores". El resultado en cualquiera de los casos es lo que provoca un proceso tumoral: células enfermas que deberían morir no sólo no lo hacen, sino que comienzan a reproducirse vertiginosamente.
Una de las conclusiones del simposio fue que los estudios sobre la transmisión de señales entre estos genes y las células comienzan a dar sus frutos. Esta investigación que se ha desarrollado en los últimos 15 años ya tiene sus primeras aplicaciones y en EEUU estan en curso varios ensayos de nuevas terapias basadas en estos descubrimientos. Es probable que muchas de ellas no acierten con los resultados que se pretenden, pero también es posible que, al menos algunas, sirvan en el futuro para curar algunos tipos de tumores.
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