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Reportaje:

Ordenadores: Traductores y traidores

La potencia de las computadoras está comiendo el terreno a los profesionales de la traducción

Francisco Peregil

La publicación del informe Starr en Internet ha provocado el mayor uso jamás previsto de máquinas traductoras. Y el mayor ridículo también. Por primera vez en la historia, miles de personas se han dado cuenta al unísono de que, por muy bien que las computadoras jueguen al ajedrez, cuando se embarcan en aventuras lingüísticas perpetran frases de este jaez: "El presidente hablaba realizando el sexo oral en mí (...), según ms Lewinski. Pero ella lo paró porque ella menstruating y él no lo hizo ms Lewinsky realizó el sexo oral en él".Y sin embargo... la cosa funciona. La traducción automática, es decir, la efectuada por ordenador, es ya un fenómeno universal gracias a su bajo coste. El periódico de Cataluña vierte desde hace un año en su edición catalana lo que publica en castellano. Unas treinta personas cuidan de que donde debía leerse Lady Di ya no aparezca Leidi Vaig Donar; donde Isabel Tocino, nada de Isabel Cansalada. La agencia de prensa Efe, pionera en este invento, ya pasó por esos sustos. Sus abonados pudieron leer noticias del cantaor La Gambeta de l"Illa (El Camarón de la Isla) y títulos como "La fiscal endurece las penas" que se transformaban en "La fiscal endureix penes".

El 11 de septiembre, día nacional de Cataluña, salió a la calle el diario Segre, de Lleida, en catalán. Su director, Joan Cal, recuerda que en vez de "Un herido en la unidad de curas intensivas", el herido fue alojado en "capellans intensius". A un tal Frances Llindar le adjudicaron el Premio Nacional de las Letras. Llindar resultó ser Francisco Umbral.

Superada esa fase, los periodistas le otorgarían un nivel C al sistema informático, que es el que exige la administración catalana a sus funcionarios. Tanto confía el Gobierno de Jordi Pujol en ese sistema que el BOE lo traduce también por ordenador.

La compañía Altavista, que opera con 180 millones de los 540 millones de documentos que navegan por Internet, ha puesto al servicio de sus clientes un traductor gratuito. De inglés a francés, alemán, italiano, portugués y español. Y viceversa.

Los textos más traducidos son los de contenido erótico y pornográfico, a pesar de los "menstruating" y demás hallazgos semánticos de la máquina.

Idelfonso Arenas, responsable de Altavista Magallanes, reconoce que ese servicio sólo sirve para hacerse una idea del contenido del documento. "Y si ves que interesa, te haces una copia y lo pasas por los traductores que venden en el mercado". El más exitoso de estos es el Globaling, que cuesta 38.000 pesetas en España y casi la mitad en Estados Unidos. Pero no hay que alimentar excesivas esperanzas respecto a sus logros.

Fernando Sánchez León, científico de la Universidad Autónoma de Madrid, participó desde 1988 a 1992 en una investigación financiada por la Unión Europea. "Se esperaba de las máquinas demasiado. Mientras detrás de la traducción sólo haya diccionarios y no un gran análisis lingüístico, no se conseguirá gran cosa". Sin embargo, otros profesionales creen que la amenaza es inminente. "Las máquinas nos están comiendo el terreno. Sólo queda aprovecharse de las ventajas que nos brindan", aconseja Rafael Gil Esteban, de la Asociación Profesional Española de Traductores e Intépretes. De momento, se requiere la ayuda del ojo humano para que no se produzcan desaguisados como el que muestra el traductor Xavier García en la imagen. El punto quinto de las instrucciones del mechero Luxor aconseja: "No lo pinchas el gas de mechero".

La Associació de Traductors i Intèrprets de Catalunya expone en Barcelona desde hace dos semanas los errores más desafortunados de los ordenadores y sus propietarios. La empresa de los bolígrafos Parker, en México, prometía "no embarazar" a quien los llevara en el bolsillo. American Airlanes promocionaba sus butacas de cuero de forma original: "Vuele en cuero" ("Fly in leather").

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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