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Reportaje:

Los negocios cambian de sexo

La tecnología que usted emplea para comunicarse, la prensa que crea opinión, las películas que le gustan, los libros que compra, la publicidad que vende o dónde invertir su dinero está empezando a ser decidido por mujeres. ¿Está cambiando el poder de manos? Probablemente no todavía, pero lo que es seguro es que ellas comienzan a mover los hilos de los negocios, al menos de casi todos los nacidos en la última década que premian la creatividad. Así lo demuestra un reportaje sobre las 50 mujeres más poderosas en el mundo de los negocios de Estados Unidos publicado esta semana por la revista Fortune. Cincuenta mujeres -¿hay algo menos femenino que un ranking?- con una visión del poder y una manera de ejercerlo en las antípodas del concepto tradicional masculino.Las seleccionadas no se encuentran en el mundo de la moda ni del diseño ni en la boyante y moderna industria informática -IBM, Intel, Compaq, etcétera- sino en Wall Street, en Hollywood, la televisión y las telecomunicaciones. Tampoco se trata de una historia sobre cómo unas pobres niñas ricas alcanzaron el éxito por razones familiares. En general, son mujeres outsiders en el mundo de la empresa pero con mandíbulas de acero para jugar en el casino mundial.

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La lista de Fortune, resultado de seis meses de entrevistas con ejecutivos de la industria y analistas de mercado y de la lectura de 400 biografías, incluye desde Carly Fiorina, la número 1, presidenta de Lucent Technologies, la empresa de equipamiento de telecomunicaciones con mayores beneficios del mundo, a Sherry Lansing, (número 5) presidenta del consejo de administración de Paramount Pictures,-tres Oscars a la mejor película desde 1992 y coproductora de filmes como Titanic o Salvar al soldado Ryan- pasando por Oprah Winfrey (número 2), consejera delegada de Harpo Entertainment Group y cuyo programa de televisión no sólo ven cada semana 33 millones de norteamericanos sino que convierte en un éxito de ventas cada libro que comenta, o por Marjorie Scardino (número 10), la tejana que ha revitalizado en los últimos tiempos el grupo británico Pearson, editor de Finacial Times y The Economist.

Pero mucho más significativo que sus nombres es la forma en la que entienden el poder. Dos tópicos gravitan aún sobre sus declaraciones: el que sostiene que los hombres se disculpan por sus debilidades y las mujeres por sus méritos, y la vieja idea de que la fama siempre es negativa para ellas. Las hay como Shelly Lazarus, (número 4), presidenta del consejo de administración de Ogilvy & Mather Worlwide, una de las agencias de publicidad más importantes a nivel internacional, que nunca ha querido ocupar el superdespacho inherente a su cargo, o como Heidi Miller, (número 3) consejera delegada de Travelers Group y futura mandamás de Citigroup, la mayor compañía financiera del mundo, cuya regla de oro es "trabajar sólo para quien respetas".

Menos radicales son Abby Joseph Cohen (número 9), copresidenta del banco de negocios Golman Sachs, para quien "el poder es análisis", o Marilyn Carlson Nelson (número 7), vicepresidenta del conglomerado turístico Carlson Cos o Andrea Jung (número 8), presidenta de la empresa de cosméticos Avon, que lo define como el "privilegio de tener influencia".

En este sentido, otra característica común de este puñado de mujeres entre los 40 y los 59 años destacada por Fortune es que todas ellas han trasladado su personalidad a sus trabajos, dotando a sus cargos de una dimensión emocional, para lo bueno y lo malo, infrecuente en el caso de los hombres. Como afirma Sherry Lansing, de quien se dice que pronuncia el no más encantador de Hollywood, "lo más importante que puedes hacer en los negocios es ser tú misma".

Conseguir ser ellas mismas ha sido la historia de sus vidas. Atrás quedaron la carrera de leyes que quería papá, las clases de piano a las que las apuntó mamá, los horarios del primer marido y en algunos casos la maternidad. Aún son muy pocas, aunque Jill Barad (número 6), consejera delegada de la compañía de juguetes Mattel, pronostique que su número en los consejos de administración de las grandes empresas norteamericanas se duplicará en 10 años.

Pero tal vez en su fuerza esté su debilidad. Todas reconocen que llegaron a los negocios por accidente y de igual manera los pueden abandonar. Los hombres lo saben, y esperan...

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