La Comisión Europea se alinea con Alemania en la "batalla financiera" de la UE
EL PAÍS revela el informe de recursos propios, que rechaza la propuesta española
El informe sobre la revisión de recursos propios (instrumentos de ingresos) para nutrir el presupuesto de la Unión Europea (UE) que ha elaborado la Comisión, a través del equipo del comisario de Presupuestos, Erkki Liikanen, y al que ha tenido acceso EL PAÍS, se alinea claramente con los intereses de Alemania, el socio que más contribuye a las arcas comunes. Pero recela de la fórmula Waigel, consistente en generalizar el cheque británico para los países ricos. El informe rechaza enteramente la propuesta española de incorporar más progresividad al sistema.
"Estoy muy satisfecho por el buen trabajo que ha realizado mi equipo", declaró a este diario el comisario de Presupuestos, Erkki Liikanen. "Ya verá que es equilibrado", opinó. El informe pasará hoy a examen de los jefes de gabinete de los comisarios, y el próximo miércoles, en principio, a la Comisión en pleno, que es quien debe aprobarlo, rechazarlo o modificarlo.El texto, sin embargo, orienta sus casi 40 páginas a dar satisfacción a la demanda fundamental de Alemania (y en menos medida de Austria, Holanda y Suecia) de pechar con un menor esfuerzo presupuestario. Y aboga -utilizando siempre un diplomático lenguaje de hipótesis u opciones- por la eliminación completa del cheque británico, el retorno a Londres de dos tercios de su contribución neta (contribución al presupuesto común menos transferencias recibidas del mismo).
El documento parte de la base de que "el actual sistema de recursos propios ha funcionado correctamente en términos de suficiencia de medios y de equidad en las contribuciones". Pero considera que mantiene disfunciones y que tiene razón Alemania, -les reconoce menos argumentos a los otros miembros de la banda de los cuatro- al considerarse discriminada.
La riqueza alemana
Destaca que el 60% de todos los desequilibrios gravita sobre Alemania. Recuerda que el origen de éste obedece a su riqueza y a su "relativamente escaso sector agrícola", por lo que Bonn "atrae una baja cuota de los Fondos Estructurales y de la Política Agraria Común (PAC)".Algo que se corrigió en parte con la unificación pues los länder orientales recibieron más ayudas regionales, pero que "se compensó más que abundantemente" al doblarse la política estructural.
Todavía más. A la hora de hacer previsiones sobre lo que ocurrirá con la ampliación de la Unión Europea al Este, el documento se fija sólo en los países ricos.
Subraya que "las situaciones presupuestarias de Alemania, Suecia y el Reino Unido, medidas en porcentaje de su producto nacional bruto (PNB), difícilmente cambiarán mucho" a mejor. Y constata que tanto la banda de los cuatro como el Reino Unido verán aumentar las transferencias que reciben en concepto de política estructural, la dedicada a equilibrar las rentas entre regiones prósperas y menos desarrolladas. Aunque minimiza esa mejora al subrayar que "sus efectos exactos son todavía inciertos".
En resumen, "puede predecirse que los desequilibrios presupuestarios de estos amplios contribuyentes netos se deteriorán en alguna medida" con la ampliación. Nada se dice del resto de países. Para resolver ese "desequilibrio significativo", Liikanen propone tres opciones alternativas.
Primera, "simplificar" los cuatro recursos con que actualmente se financia el presupuesto, tendencialmente hacia uno sólo, el porcentaje del producto nacional bruto.
Transformar la PAC
Segunda, transformar la actual financiación de la Política Agraria Común, de forma que en vez de financiarla la Unión Europea al 100%, la cofinanciasen los Estados miembros, al menos en un 75% de la parte destinada a las ayudas directas a los agricultores, una fórmula similar a la del primer ministro luxemburgués, Jean-Claude Juncker.Y tercera, "un mecanismo general de corrección para los países ricos discriminados", quizá estableciendo un tope máximo al desequilibrio, "fijado en el 0,3% o en el 0,4% del producto nacional bruto", un elemento incluido en las propuestas de Theo Waigel, el ministro de Finanzas alemán con el canciller Kohl y que ahora será sustituido por otro hombre de la confianza del nuevo canciller Schröder.
La primera fórmula beneficiaría a Bonn en unos 84.000 millones de pesetas; la segunda y la tercera, en una horquilla de entre 336.000 millones y el doble de esa cantidad.
Lo sustancial políticamente hablando de todo este asunto es que en el capítulo de conclusiones sólo se recogen esas tres opciones -junto a un modesto recelo a la fórmula de establecer topes-, estrictamente destinadas a mejorar la carga presupuestaria de los considerados países ricos.
Todas los restantes objetivos, técnicos o políticos, para la reforma del sistema de recursos propios han quedado o eliminados o aparcados en un segundo nivel de interés.
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