Atxaga apela al mundo de la cultura para evitar que el País Vasco se divida en dos comunidades
El escritor Bernardo Atxaga apeló ayer al mundo de la cultura para evitar la fractura del País Vasco. "La clase política", dijo, "tiene una sorprendente falta de teoría que se rellena con material agresivo. De seguir en esta tendencia, vamos a llegar a algo fatal e insólito: la creación de dos comunidades en este país". Ante esta pasividad, "lo único que nos puede acercar", sentenció, "es la cultura". Atxaga realizó esta propuesta durante la presentación de Euskal Herria gaur, un libro editado por Caja Laboral con textos suyos y fotografías de Alberto Schommer.
El libro realiza un único recorrido por el País Vasco de hoy, pero con una doble mirada: la estética del fotógrafo Alberto Schommer y la literaria y humanista que proporciona Atxaga. De esta forma, las propuestas para la reflexión son dispares; el artista pretende reflejar un futuro lleno "de esperanza" para los vascos, máxime en un momento en el que la tregua indefinida de ETA augura un mañana sin violencia. Atxaga, en cambio, busca que el lector mire hacia el interior de sí mismo, ya que está convencido de que los vascos se ven "desde la exterioridad", casi como si fueran turistas en su propia tierra. "Creo", dijo el escritor cuando presentó ayer la obra en San Sebastián, "que debemos buscar esa interioridad para conocernos, porque sin conocimiento no hay respeto y considero que es importante hablar de esto en la actual situación política que estamos viviendo". Sus textos van encaminados a abonar ese conocimiento, en tono pedagógico y poniendo sobre la mesa "cosas que no por evidentes son conocidas". Atxaga incluye en Euskal Herria gaur tres escritos. Los dos principales son de un trabajo que inició después de leer las impresiones que plasmó en papel el escritor francés Teophile Gautier, quien escribió, tras una visita de tres días al País Vasco, que en Tolosa había encontrado "gente con un aire salvaje y primitivo" y que Irún era "prácticamente una ciudad morisca". "Me sorprendió su ceguera", afirmó Atxaga. "Gautier vio lo que traía en su mente y no la realidad", sentenció. "Pensé que si aquello merecía un adjetivo era el de exterior, casi turístico". Ésta es la anécdota de la que parten sus textos y la misma ceguera que observa en los ciudadanos del País Vasco y en sus políticos. El autor de Obabakoak afirma tener la impresión de que "los políticos tienen una sorprendente falta de teoría, que se rellena con material agresivo". A su juicio, "de seguir en esta tendencia vamos a llegar a algo fatal e insólito: la creación de dos comunidades en este país". Ante la impasividad de algunos, Atxaga prefiere involucrarse en el cambio, en una transformación que de buenos frutos en el futuro. "Deduzco", indicó, "que la clase política no tiene ese espíritu y creo que, en estos momentos, la cultura es lo único que nos puede acercar". Los textos de Atxaga complementan las fotografías de Schommer. Son instantáneas que quieren reflejar el País Vasco actual en su faceta más cotidiana. En la portada, un niño corre delante de una valla plagada de carteles. En el interior, se incluyen imágenes de la Tamborrada de San Sebastián, del Palacio de Miramar o del Guggeheim de Bilbao, el edificio de Frank O. Gerhy, que mira hacia el siglo XXI. Jóvenes en motocicletas, playas en las que no cabe ni un alfiler, fotografías de paisajes naturales y urbanos, retratos de maestros del jazz en el Festival de Vitoria o ciudadanos subiendo por las escaleras eléctricas del metro de Bilbao: todas estas facetas tienen cabida en el libro. El discurso fotográfico de Schommer está, según el autor, "volcado en la esperanza de un pueblo lanzado hacia el futuro" con el que el artista pretende ofrecer "una visión optimista del País Vasco, una mirada de felicidad desde el presente". Son en su mayoría fotografías en blanco y negro; el color está poco presente en Euskal Herria gaur. En el acto de presentación del libro también participó el director de Caja Laboral, Juan José Arrieta. "Atxaga y Schommer", dijo, "son dos vascos, sin duda muy diferentes entre sí, pero que aportan como característica común una mentalidad abierta a la ley imperiosa del cambio, de un cambio que, trascendiendo los límites de nuestro pequeño país, supone un estímulo y quizás una necesidad de asumir y asimilar propuestas estéticas modernas en las que, lo vasco y lo universal, conviven en aparente tensión entre identidad y modernidad". A esta reflexión quiere contribuir Euskal Herria gaur, a través de la literatura y la estética.
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