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El Congreso decidirá en octubre si acepta la denuncia contra Clinton

La hora de la verdad, aquella en la que el comité de Asuntos Judiciales de la Cámara de Representantes decidirá si acepta o no a trámite las acusaciones de Kenneth Starr contra Bill Clinton en el caso Lewinsky, llegará pronto, el 5 o 6 de octubre, según informó ayer Henry Hyde, presidente republicano de ese organismo. Si el comité considera que Starr tiene razón y hay motivos para abrirle al presidente una investigación sobre delitos susceptibles de impeachment, el pleno de la Cámara votará sobre el asunto el 8 o 9 de octubre, según Hyde.

Los aplausos de la Asamblea General de la ONU, el apoyo de Vaclav Havel y Nelson Mandela y la solidaridad de prestigiosos intelectuales mundiales no están pesado demasiado en la balanza en la que se decide el futuro como presidente de Clinton. Lo que pesa ahí es la opinión del pueblo norteamericano, que se inclina a favor de un castigo leve en forma de censura moral, y del Congreso, que no tiene otro remedio que cumplir con su obligación constitucional y decidir sobre las graves acusaciones presentadas por el fiscal Starr.Y el Congreso va a hacerlo antes de disolverse para dar paso a las elecciones legislativas de noviembre. En dos semanas, anunció ayer Hyde, el comité de Asuntos Judiciales hará un pronunciamiento sobre el caso; unos días después lo hará el pleno de la Cámara Baja. La campaña y las elecciones pueden estar marcadas por un hecho que sólo tiene un precedente histórico en este siglo, el que protagonizaron Richard Nixon y el caso Watergate: la apertura por parte del legislativo de una investigación al presidente por presuntos delitos susceptibles de ser considerados esos "graves delitos y fechorías" que permiten su destitución.

El comienzo de esa investigación, que realizaría el comité de Asuntos Judiciales surgido de las elecciones de noviembre, no querrá decir que Clinton está perdido. Todavía quedarían muchos pasos antes del final: la votación de su destitución en el Senado, que requiere una mayoría de dos tercios. Ningún presidente de EEUU ha sufrido esa suprema humillación.

Clinton, entretanto, sigue buscando y recibiendo aplausos. Obtenidos los gremiales de sus pares en la escena política internacional, se concentra ahora en los de las minorías norteamericanas. Mientras que las clases medias blancas le miran con reojo o repugnancia, los hispanos y negros de EEUU se han convertido en firmes baluartes del presidente

"¡Viva Clinton!", exclamó en castellano un hombre situado al fondo de la sala y el aludido le devolvió la gracia con esa cálida sonrisa que seduce a individuos y muchedumbres y que John Travolta imitó tan bien en Colores Primarios. Eso ocurrió el miércoles por la noche, en la cena de gala del Caucus Hispano en el Congreso de Estados Unidos, celebrada en un hotel de Washington. Allí, el acosado Clinton cosechó una gran ovación, como volvió a cosecharla ayer en su intervención ante el Caucus Negro en el Congreso.

Ante los congresistas hispanos, Clinton, que a diferencia de su vicepresidente Al Gore no chapurrea el español, dijo en inglés: "Son ustedes muy amables conmigo. Les agradezco mucho su amistad, demostrada tanto en los días soleados como bajo los fuertes vientos". El congresista demócrata californiano Xavier Becerra, presidente del Caucus Hispano, había pedido al comienzo de la cena que Clinton fuera recibido "como alguien de la familia", fórmula que expresó en español y en inglés.

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Clinton se dirigió ayer al Caucus Negro en un acto celebrado en la Casa Blanca. "Os agradezco", dijo, "que estéis a mi lado y comprendáis el verdadero sentido del arrepentimiento y la expiación". Las encuestas demuestran que la mayoría de los afroamericanos consideran que Clinton es el presidente que más ha hecho por esa minoría en las últimas décadas.

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