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Solidarios con mucha vista

, GPara los nativos de la región ecuatoriana de Coca, a caballo entre las cumbres de los Andes y la cuenca del río Amazonas, comprar unas gafas supone el sueldo de tres meses. Más los gastos de desplazamiento a la óptica más cercana, en Quito, a 300 kilómetros. Son factores que justifican la mala salud visual de los habitantes de la zona. Y datos que permiten valorar el trabajo desarrollado por un equipo humanitario de la Universidad de Granada durante el pasado mes de agosto: más de 1.200 graduaciones de vista, 100 operaciones quirúrgicas y distribución gratuita de 1.050 gafas. Coordinados por el catedrático José Ramón Jiménez, un grupo de siete ópticos, un médico oftalmólogo y un ATS, trabajaron en los poblados de la ribera del río Napo, afluente del Amazonas. "La situación allí es bastante precaria. La mayoría de los 8.000 habitantes de la región son campesinos que viven en cabañas en malas condiciones higiénico-sanitarias", describe Jiménez. En una comunidad donde abunda el paludismo y otras enfermedades graves, la salud visual podría parecer algo secundario. Casi un lujo. Sin embargo, arguye el director de la expedición granadina, sus hábitos de vida y trabajo la convierten en fundamental. "La tasa de escolarización es muy baja y es cierto que casi todas las personas, especialmente las mujeres, no saben leer ni escribir. Pero dedican gran parte del día a labores manuales, como bordar y coser, donde una buena vista es importante". Esta es la segunda ocasión que José Ramón Jiménez coordina una expedición a la región de Coca con el apoyo de la ONG Médicos Mundi. La primera fue en agosto de 1997. Entonces, un grupo de siete profesores y ópticos realizó una primera toma de contacto. Estudió las patologías comunes en la zona e instaló un laboratorio para el montaje de gafas en el Vicariato de Aguarico, en la ciudad de Coca. "Nos encontramos con que la hipermetropía y la presbicia eran los problemas oculares más frecuentes", recuerda Jiménez. Sin embargo, la principal causa de perdida de visión en la región es el pterigium. También conocida como palmera, esta enfermedad es causada por las fuertes radiaciones ultravioletas de la selva ecuatoriana. "Produce una especie de velo que si llega a alcanzar la pupila puede provocar ceguera. La única solución es operar". Ya en 1997, el equipo de la Universidad desplazó el material quirúrgico para las intervenciones y durante el pasado agosto trataron a más de cien afectados. Operar el "pterigium" Pero el grupo coordinado por el profesor Jiménez no se ha contentado con dar peces a los ribereños. También les han enseñado a pescar. "Llevar gafas y volverse no es la solución. Hay que realizar una labor de formación con voluntad de futuro". La población, compuesta por la etnia naporuna y el grupo colono (de origen andino), cuenta con sus propios promotores de salud, una especie de asistentes sociales indígenas. Han sido ellos quienes han aprendido a graduar la vista y a montar las gafas correctoras. Y el oculista del Hospital Clínico Universitario de Granada aleccionó a dos miembros de Médicos Mundi sobre cómo operar el pterigium. Además, uno de los siete ópticos que viajaron en la última expedición decidió quedarse en Coca para intentar refinanciar el proyecto y conseguir que sea autosuficiente. "Nuestro objetivo final es que las personas a las que hemos ayudado no dependan de nosotros", aclara Jiménez. Para ello, el óptico granadino comprará maquinaria, gafas y lentes en Quito, con dinero procedente del proyecto y las venderá a los nativos al 10% ó al 15% de su valor. Con el dinero recaudado, los responsables esperan prolongar la iniciativa unos cuantos años. "Con este sistema no incurrimos en competencia desleal, porque, de hecho, en aquella zona no existe ninguna óptica a la que se pueda perjudicar". La iniciativa, en su segundo viaje, ha contado con un presupuesto aproximado de unos cuatro millones de pesetas. A ello han contribuido la Universidad de Granada, Médicos Mundi y el Colegio Nacional de Ópticos. Y, sobre todo, centenares de andaluces con la donación desinteresada de gafas usadas. "Gracias a esta vivencia hemos aprendido a valorar cosas sin importancia aparente y a relativizar los problemas", asegura Jiménez. "Ahora sólo esperamos repetirla el año que viene en otra zona de América Latina".

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