En contra, pero menos
Varias confesiones aceptan el aborto en algunos casos y critican a la Iglesia católica por hacer política en este tema
La Iglesia católica está en guerra contra el aborto. No sólo su jerarquía sino también muchos de sus fieles que durante esta semana han rezado, prendido velas y enviado cartas para que los diputados voten hoy en contra de las cuatro propuestas de ampliación de la ley. Algo que no ha hecho hecho ninguna de las otras confesiones presentes en España. La mayoría de ellas discrepan de la católica, pero más por la forma en que ésta lleva a cabo su ofensiva que por el contenido de su mensaje: el aborto es, también para ellas, matar. Pero es además una decisión personal.La Biblia no dice nada sobre el aborto. Por eso los evangélicos -entre 350.000 y 400.000 españoles, según los datos de su propia federación- no mantienen una posición común sobre el asunto. Ni condenan en todos los casos, ni dan su bendición. Pero han logrado ponerse de acuerdo en una cosa: un Estado aconfesional como España no debe legislar con criterios religiosos. Lo que no impide que cada confesión opine públicamente y oriente a sus fieles.
La mayoría de los evangélicos traduce esta consigna en un rechazo a la ampliación del aborto. Pero llegar a estas conclusiones y recogerlas en un comunicado unitario les ha llevado una semana y "mucho trabajo", según Pedro Tarquis, portavoz de la Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España (FEREDE), que aglutina al 95% de las congregaciones protestantes (adventistas, bautistas, pentecostales, presbiterianos...). No en vano estos cristianos que admiten el uso de anticonceptivos entre sus fieles tienen la libertad de conciencia y de interpretación de la Biblia como pilares de su fe.
Ésa es la razón de que en el seno de la iglesia evangélica se den todas las posturas posibles sobre el aborto -desde la aceptación con reparos hasta el más absoluto rechazo-, si bien la mayoría de ellas están en contra "por si acaso". Ya que no se puede saber si hay vida o no en el feto, mejor no abortar, dicen.
Los evangélicos son más tolerantes que los católicos en este asunto y no admiten dogmas. Están "absolutamente de acuerdo" en no condenar el aborto en caso de grave peligro para la salud de la madre, uno de los tres supuestos legales desde 1985. Y una de sus ramas, los adventistas, no ve mal un segundo supuesto: cuando el embarazo es consecuencia de una violación.
Por todo ello, en sus cultos no se han oído esta semana arengas contra el aborto, al contrario que en las misas católicas: desde que que el presidente de la Conferencia Episcopal Española, Elías Yanes, leyó su Licencia aún más amplia paea matar a los hijos, hace más de una semana, se abrió la veda en los púlpitos.
La pascua judía impidió a la jerarquía de esta comunidad pronunciarse sobre el asunto a requerimiento de EL PAÍS. Para aquellos que no siguen la Biblia como eje de su fe, el problema tiene otro significado. Es el caso de los entre 300.000 y 400.000 musulmanes españoles, cuya religión no condena de forma tajante el aborto -incluso lo defiende en casos de peligro para la vida de la mujer, según Mohamed Elafifi, del Centro Islámico de Madrid- y admite los anticonceptivos y las esterilizaciones siempre que los dos miembros de la pareja consientan.
Para los musulmanes, en cualquier caso, lo importante del debate de la ley y su posible ampliación es que éste es un asunto de soberanía nacional. Por eso, salga lo que salga hoy del pleno del Congreso, les parece bien. Lo que no quiere decir que una creyente musulmana vaya a beneficiarse de esta ley.
Los budistas -entre 3.000 y 4.000 personas en España, también según sus propios datos- no ven bien el aborto, pero tampoco condenan a quienes lo practican. Esta religión oriental da por sentado que si una de sus seguidoras interrumpe su embarazo será siempre "por una fuerza mayor", explica Javier Artime, director del Centro Budista de Madrid. No hay castigo para ella porque en el budismo no hay pecado y "todo se purifica". Pero ella será la única responsable de haber matado a un ser humano, ya que para los budistas también el feto tiene vida.
Mucho más cerca de las opiniones de la jerarquía católica se encuentra la Iglesia ortodoxa. El aborto es para ella "una intervención dirigida contra la obra creadora de Dios", explica el arcipestre Dimitri Tsiamparlis. El no nacido debe tener para los pocos miles de ortodoxos que viven en España - casi todos de la comunidad griega y de los países de Europa del Este-, tanto derecho a la vida como cualquier otro ser humano.
Son palabras casi calcadas de las que muchos católicos han oído estos días pronunciar a sus obispos y que comparten los casi 100.000 Testigos de Jehová españoles. Sólo que éstos, y en eso entran en conflicto con los evangélicos, creen que es la misma Biblia la que obliga a proteger al feto. Los Testigos, sin embargo, se acercan a los protestantes cuando critican la "interferencia" de la Iglesia católica. La decisión de abortar "es personal, en conciencia", explica su portavoz, Juan Oria, para quien la ley no servirá a los testigos, pero no tiene por qué no ser válida para aquellos que no profesan ningún credo. Eso sí, si una testigo decide abortar pagará por ello. Y pone un ejemplo: "Si perteneces a Alcohólicos Anónimos y te emborrachas no es que te castiguen, es que tú mismo te excluyes".
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